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Vandalismo Corporativo

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En Washington DC contamos con un mural desde 2011 titulado “Washington Amordazado”, forma parte de la colección muralística de la ciudad, y es una obra muy querida por todos, no sólo por lo simbólico del mensaje que lleva implícito, sino poque es parte de la recolección e historia del arte público de la capital.      

El tema de “Washington Amordazado” se refiere a que no somos una ciudad independiente y autónoma, sino más bien casi un territorio, como lo son Puerto Rico y Alaska, aunque se dice que somos un Distrito Federal. En síntesis, no tenemos representantes en el Congreso y sólo podemos votar para presidente. Al no tener independencia, la ciudad depende del Congreso para casi toda la mayoría de sus decisiones y acciones políticas, e inclusive en lo referente al presupuesto. En la placa de los automóviles de la ciudad hay un eslogan que dice: Taxation Without representation.

Sin voto Washington está amordazado, como dicen los autores -Aniekan Udofia y Liz Brown- sin embargo y ya desde hace unos meses, Washington no sólo esta amordazado, sino que tampoco puede ver pues le han puesto una venda en los ojos. Una venda que dice: se vende, en un acto de la más grande vulgaridad, falta de sensibilidad e ignorancia. Esto es el ejemplo más puro de un zopenco que no respeta el arte público. Un developer que seguramente está haciendo dinerito revendiendo las propiedades de las personas de bajos recursos, ampliando la brecha de la gentrificación, ganando, ganando, poniendo pisos extras en las casas, los ahora conocidos como pop up, ampliando hasta el tope, colocando jardines en los techos, hamacas, jacusis.

Es una tristeza que estos cuenta billetes sólo piensen en sacar ganancias al máximo, burlándose inclusive de un símbolo tan importante para nuestra ciudad, como es el héroe que le da nombre. Ponerle a Washington esa venda de se vende es sencillamente un acto vil de vandalismo.

La pregunta es: porque si a los grafiteros y otros se les persigue y se les trata como vándalos, porque estos corporativos vez tras ves se van impunes. Estos corporativos hacen daño no sólo a los murales, sino a todo lo que se le pone en su camino, la historia incluida. ¿Acaso la impunidad, el cinismo y el dinero caminan todos del mismo lado de la acera?  

La Destrucción del Arte | The Destruction of Art

Alberto Roblest