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Una historia de amor imposible

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Los artículos EL y LA se encuentran por vez primera en la misma línea sin intermediarios, verbos que les impidan tal cercanía,  adverbios estorbosos y ridículos de cuatro letras y acento; preposiciones gordas que parecieran abrir los ojos sorprendidas. EL la mira mudo, dado que si abre la boca puede aparecer un verbo, o un sujeto armado hasta los dientes; lo mismo un político grotesco lleno de mucho dinero, que un escritor muerto de hambre. También por supuesto, siempre existe la posibilidad de un punto caído de algún lado para aplastarle, una coma de malas intenciones.

LA, está muy bien peinadita, tiene los labios pintados y huele a perfume. No trae zapatos, pues en este mundo no se usan; sus pies son delicados y tersos. LA es una linda chica que tampoco puede hablar, aunque quisiera decirle muchas cosas. Ella lo ha visto pasar por ahí, lo ha visto también en el renglón superior, en el renglón inferior, siempre abriéndole la puerta a un sujeto bárbaro qué hará una acción para completar una frase. Es la primera vez que están juntos, tan cerca… quisieran abrazarse y terminar en otro artículo, aunque sea de cuatro letras, que sería lo más lógico, dado que LA no quiere perder su apellido de soltera. No, no, no… ella nació justamente de la pluma del hombre que creía en la justicia, en la verdad, en la ética sobre todo.

Así que LA no se va a dejar de ninguna forma que EL vuelva a tomar las riendas de la labia, y la semántica. De la ortografía, la lingüística y los sueños, y todo lo que somos, porque esta vez el lenguaje va a ser sin dominador.

EL, lo entiende, sabe que ha llegado el momento de cambiar las cosas pues son otros tiempos, otras épocas con nuevos aires y significados desconocidos. EL quisiera besarla, cargarla entre sus brazos, fugarse del párrafo… pero como en toda buena historia que se digne de serlo, sabe que es imposible.

La única cosa cierta es que en los libros no sólo el tiempo se recicla.

Podrían llamarse * Julieta y Romeo, aunque también Fermina Daza y Florentino Ariza. Teresa y Tomás por supuesto, sin olvidar a María y Efraín. 

*Romeo y Julieta”, de William Shakespeare.

El amor en los Tiempos del Cólera”, de Gabriel García Márquez.

La Insoportable levedad del ser” de Milán Kundera.

María”, de Jorge Isaacs.

Alberto Roblest