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El último en morir

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De nuestra gustada sección: LEER DC, desde la cual promovemos la lectura entre la comunidad latina de Washington a través de reseñas de libros que se pueden encontrar en las Bibliotecas Públicas del área metropolitana. 

En un juego de espejos donde la figura del narrador se pierde con la del personaje, Xavier Velasco nos deleita con esta novela publicada el año pasado. El último en morir, es una obra más intrincada de lo que al principio parece. Megalómano al fin, como algunos otros escritores, uno de los Xavier Velasco nos cuenta la historia de otro Xavier Velasco que resulta un escritor en ciernes, quien, a la vez, es el personaje de otra novela donde un personaje escribe su propia historia donde él es famoso, ¿me explico? El autor como narrativa en torno al acto de escribir, la exaltación de la creación, o como el mismo dice: “Déjenme que me enmimisme”.   

Lo que podría parecer una plática, una confesión o un diario, El último en morir sucede en varios niveles de significado, tiempos y nos lleva de la mano por un intrincado vericueto donde el escritor se muestra y se desnuda ante un personaje que lo escribe a él mismo, hasta llegar a difuminar los campos entre la ficción y la realidad. ¿Qué tanto somos personajes de nosotros? parece decirnos la obra. ¿Qué tanto nuestra vida es una novela que un escritor relata y nosotros seguimos al pie de la letra para no escaparnos del texto al que pertenecemos?

Quien escribe esta historia es un Xavier Velasco de carne y hueso que deambula en la Ciudad de México tratando de hacerse escritor, llenándose de aventuras que le permitan tener algo que narrar, o al menos comentarnos con desparpajo. El narrador de la historia define a Xavier Velasco y lo obliga a verse en el espejo, le pica las costillas para que nos diga sus cosas escondidas, privadas. Al abrir los ojos está en un hospital. Ahora va a cien kilómetros por hora. Ahora y mañana. “Me muevo por el texto igual que el tramoyista detrás del escenario. No se supone que alguien deba verme, ni al público le importa lo que pueda antojárseme mientras hago mi parte en el montaje”. 

¿Quién es realmente Xavier Velasco? Un escritor, un personaje, un megalómano de grandes proporciones al que le gusta contar su historia de joven de la clase media mexicana, que va a la Ibero, tiene su moto y se la pasa bomba, enamora chicas mientras batalla con una novela que le da vueltas en la cabeza y no le deja dormir. O él es Violeta, su alter ego, la chica atrapada en Nueva York, la prostituta peleada a muerte con el Diablo. De esas desveladas resulta una novela, lo vemos en el proceso de concebir la obra, darle vida, llenarla de aconteceres que suceden en la realidad y no tan sólo en la cabeza del narrador. Posteriormente ponerla en el correo para un concurso y ganar. El producto se llama “Diablo guardián”, novela ganadora del premio Alfaguara en 2013. Vemos entonces el proceso de Xavier ya como un escritor famoso, la tribuna, el roce con otros encumbrados de las letras, la vida pública, la danza del dinero, el premio que le hace rico y alcanza la tan buscada posteridad. En esta trama -pues la novela tiene varias-, nos encontramos ya con la historia de un escritor mexicano que ha venido conquistando a los escritores para darles buenos consejos, entre otros el de cómo no dormirse en sus laureles… porque al final de cuentas el último en sobrevivir es el que escribe la historia. “Dejar de ser el que eras, no saber bien a bien lo que serás”.

Xavier Velasco resulta la cenicienta ala que le queda la zapatilla, pero también un monstruo protagónico en el que se convierte como personaje al final de la novela, sin embargo, justo antes del final final, Velasco se redime al confesarnos que dar la cara todo el tiempo, estar en tantas entrevistas, salir en televisión, en los periódicos, ser famoso, ganar dinero, tener novias, viajar en avión de un lado a otro, comer de lujo, etc, etc, no lo es todo, pues no hay tiempo de escribir. Nos describe como ganar un premio internacional cambia tu vida y te relacionas con escritores famosos, como te haces amigos de plumas grandes. Entonces te sientes importante, te gusta que los otros te aplaudan, se te llena la cabeza de humo y de pájaros. Te inflas, te crees el más grande entre los grandes. En un punto empiezas a caer mal, por pedante, arrogante y pretencioso. Entonces el que escribe se redime y nos deja ver a ese escritor desnudo que escribe en su casa, una nueva novela, esta vez solo acompañado de su perro que además de su amigo, es su confidente y su escucha, solo en su jardín.  

Novela interesante, sin duda, aunque a veces un poco demasiado larga. El último en Morir es un esfuerzo sardónico para desnudar a la novela desde la novela misma, al autor, al acto mismo de narrar. Sólo una cosa nos queda bien claro: la ficción resucita a los muertos, recompone el pasado, lo acomoda, lo hace mejor, o lo confunde, solamente en algo se equivoca, la realidad siempre supera a la ficción por más que se diga lo contrario.

El último en morir, Xavier Velasco. Ed. Alfaguara 2020.

Alberto Roblest