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Bardo: realismo mágico visual

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“Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades” es un filme memorable en muchos sentidos no sólo por su belleza de fotografía, su excelente ritmo y su estructura, sino por los temas que toca: migración, vejez, adaptación y éxodo, entre otros. Alejandro González Iñárritu es de todos los directores de “la pandilla mexicana”, cómo se les conoce en Hollywood a la triada compuesta por Cuarón, Del Toro, e Iñárritu, el más arriesgado; siempre apostando por un lenguaje novedoso, poco simple y problemáticas contemporáneas.

Algunos de los críticos más renombrados han hecho asociaciones de Bardo con los filmes de Fellini y Luis Buñuel, aunque también podría ser asociado con los filmes de Alejandro Jodorowsky, o de otros cineastas latinoamericanos que han hecho del realismo mágico visual su herramienta. Bardo no se escapa, entonces mezcla realidad y fantasía, sueños con imaginación, presente e historia en un azaroso cúmulo de sucesos y eventos, a veces de corte surrealista y en otras crudamente reales.

Sería difícil asegurar que Bardo es un filme autobiográfico y más cuando su director no lo ha aceptado del todo. La historia trata de Silverio, un individuo en coma, quien resulta un director famoso de documentales al que están a punto de otorgarle un premio muy importante en Los Ángeles, donde radica. El director de origen mexicano se encuentra en su país arreglando algunos papeles, visitando familia y amigos. Su presencia causa revuelo en la comunidad cultural, así que para no quedarse atrás la contraparte mexicana de los premios cinematográficos decide otorgarle un reconocimiento, excepto que aquí el premio se politiza, un funcionario de gobierno de altas montas pretende aprovechar el evento para lavarse las manos, pero Silverio que es muy intuitivo esquiva todas las trampas del sistema mexicano y sale a dar una vuelta por el centro de la ciudad donde nació. En ese paseo que se convierte en un desprendimiento se encuentra con las desaparecidas políticas, pero también con Hernán Cortés; el sádico conquistador sentado sobre una pila de cadáveres, y mientras se fuman un cigarro platican como dos viejos amigos. Cómo en todos los filmes de este director la acción es constante, el ritmo de las situaciones sucede de forma fluida y esto permite continuar con el hilo de la historia, en Bardo las logradas transiciones permiten la reflexión.

La familia de Silverio la integran Lucia la esposa, bastante buena amiga; Lorenzo el hijo adolecente que no comprende muy bien la importancia de hablar español y conservar las raíces de un país cuando él ha crecido en otro, y en el fondo le vale. Un hijo no nacido que no está presente pero existe. Y Camila, la hija mayor que sabe del riesgo del ser y vivir en dos países, llevarse en dos culturas, y tratar de entender a México con una mentalidad formada en los Estados Unidos. El México del pasado, pero también el otro en donde impera no sólo la violencia, sino la concepción racista en un país donde más de la mitad de la población es de origen indígena. Bardo en parte se mofa de los mitos y la historia de México, y en parte hace honor a su existencia. En parte justifica el hecho de emigrar a los Estados Unidos, y cuestiona si realmente esto se llama migración, o solamente la recuperación de un territorio quitado a México cuando la invasión norteamericana en 1846.

Una de las escenas más sublimes es cuando el recién nacido es reintroducido a la vagina de su madre, dado que se niega a salir a la realidad, un cordón umbilical que se extiende por metros y un hijo desaparecido que nunca es, pero está presente como una sombra, sombra y luz son también constantes en este filme dónde los obscuros como el que produce el coma, están presentes. Con algunas secuencias delirantes propias del sueño, la pesadilla, o algún tipo de viaje mental nuestro personaje baila y se transporta.

La película ha sido en general muy bien recibida por la crítica, tiene ya varios premios en el bolsillo y seguramente dará mucho más de qué hablar. Disponible en Netflix y en otras plataformas, incluidos algunos cines de arte.

Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades. Director: Alejandro G. Iñárritu. Actúan en los papeles principales: Daniel Giménez Cacho, Griselda Siciliani, Ximena Lamadrid e Iker Solano. Coescrito, producido y dirigido por Alejandro González Iñárrituen con el apoyo de Nicolás Giacobon, Stacy Perskie. Duración: 2h 39m.

Alberto Roblest