By hola | Published | No Comments
por Sofía Estevez
Me gustaría que supieras
que nosotras queremos lo mejor para nuestros hijos,
que hemos cruzado desiertos, ríos y océanos
cargando a nuestros niños en pechos y espaldas
que nos montamos en yolas, buses y La Bestia
y viajamos por días interminables sin comida, ni agua, ni cobija.
Que otras veces, mandamos a nuestros chiquillos solitos
-miles de kilómetros- a estas tierras extrañas
con nuestras bendiciones y escapularios de escudo
porque ellos se merecen una vida mejor,
tal como los tuyos.
Me gustaría que supieras
que mientras tus hijos se divierten con videojuegos de guerra,
a los nuestros los acribillan a balazos a la salida de la escuela.
Ellos juegan al escondelero para sobrevivir.
¿Qué teme una mujer con el alma rota?
Amanecemos contando y repartiendo a nuestros niños,
muchos de ellos sin padres,
nosotras alquiladas en casas, factorías, fincas y prostíbulos.
Andando de aquí para allá, procurando una vida mejor.
Si quieres saber quiénes somos nosotras:
somos las madres hondureñas corriendo por la noche
con los hijos que nos quedan para que no se los lleven las maras.
Somos las mujeres nicaragüenses de la revolución que no termina,
estudiantes, madres, poetas peleando con metrallas y plumas.
Somos las madres salvadoreñas a quienes la guerra les robó los hijos
y las maras, los nietos, partiéndonos el lomo todavía
Somos las nativas del Amazonas las protectoras de la selva tropical y
del fuego sagrado, resistiendo las multinacionales.
Somos la Llorona del huipil azul cuyos hijos desaparecen cada día,
¡cuídate!, causamos maldiciones y delirios a quien toque a nuestros niños.
Somos las abuelas de La Plaza de Mayo caceroléando,
reclamando justicia por nuestros hijos desaparecidos cuarenta años después.
Somos Rigoberta Menchú batallando por los derechos indígenas
desde el Ejército Guerrillero de los Pobres contra las Fuerzas Armadas de Guatemala.
Somos las cholitas bolivianas que cruzan el inmenso altiplano
con sus guaguas en aguayos en busca de trabajo en las grandes ciudades.
Somos las mujeres dominicanas cruzando el canal de La Mona
en yolas destartaladas, ¡isleñas que no saben nadar!
Somos las madres venezolanas repartiendo a nuestros hijos por el planeta
porque las dictaduras ni de derecha, ni de izquierda son buenas.
Somos las mujeres desde la Tierra de Fuego hasta el Río Bravo del Norte
que trabajan cada día para cuidar a sus familias y crear un mundo mejor.
Hemos dejado a nuestros padres, casas, trabajos y cosechas.
Caminamos los campos minados de cadáveres y alacranes,
navegamos las aguas tempestuosas,
en el camino nos han vendido y en ocasiones violado,
rezamos para encontrar el asidero de la vida.
Aquí, trabajamos doble y triple tandas para enviar remesas,
compartimos el lecho y la comida con nuestros hermanos,
cuidamos a los niños de los padres que trabajan todo el día
y deciden la suerte del mundo, y pretenden no saberlo.
Limpiamos sus casas y oficinas, preparamos sus cenas,
en sus casas y restaurantes,
hacemos sus vidas bonitas y llevaderas.
Traemos diversidad cultural, aliento emprendedor, música y sazón.
Y nuestros hijos, a veces, han fallado como los otros,
pero también son: maestros, doctores, ingenieros, artistas,
albañiles, arquitectos, cocineros, empresarios,
como los demás que han tenido una oportunidad.
Me gustaría que supieras
que sólo queremos un mañana mejor para nuestros hijos,
tal como tú.
Sofía Estévez. Poeta y escritora. Ha presentado su obra en EE.UU, México, El Salvador, y Rep. Dominicana. Forma parte del colectivo literario Alta Hora de La Noche. Nació en Santo Domingo, Rep. Dominicana. Estudió licenciatura en Estudios Internacionales y maestría en Lenguas Extranjeras en la Universidad George Mason, en Fairfax, Virginia. Trabaja como profesora de español, traductora y editora. Vive en Alexandria, Virginia con su hijo Felipe y su perra Marcella.