By hola | Published | No Comments
Para Nando Álvarez, artista visual nacido en Ecuador, el arte ha sido una presencia constante desde que alcanzó la adultez. Al finalizar el bachillerato decidió trabajar como fotógrafo y estudiar diseño gráfico. En 2015, tras mudarse a Estados Unidos, conoció y se unió a un grupo de artistas de Washington D.C. llamado Sanctuaries, que luchaban por cuestiones sociales y se interesaban por el mundo del arte. La reforma migratoria, la violencia, el militarismo, el cambio climático y las violaciones de los derechos humanos de las mujeres indígenas son algunas de las problemáticas sociales sobre las que ha trabajado en sus obras . Para crear su arte, ha usado la serigrafía, la pintura, la ilustración digital y la fotografía, creando murales en la calle, folletos y arte urbano en favor de movimientos sociales. Considera que su trabajo artístico busca ubicar al ser humano como idea principal, juntando diversas experiencias y tradiciones para mostrar la grave situación a la que nos enfrentamos como sociedad.
El artista ha colaborado con organizaciones locales donde sigue creando su arte. Participó en el Hunger Wall Poster project, un evento organizado por las bibliotecas de Washington D.C. con el fin de crear dibujos y pinturas portadoras de mensajes de solidaridad sobre las luchas por los derechos humanos en todo el país. Además, Álvarez ha trabajado como artista residente para Empower DC, una organización local de base, y en 2022 recibió una beca de artes y humanidades de la Comisión de Artes y Humanidades de DC.
Álvarez continúa utilizando el arte y el lenguaje visual para llamar la atención sobre temas cruciales de justicia social. Aspira a crear una conexión profunda con su público para lograr intercambios más profundos con la gente sobre las diferentes culturas y los muchos problemas a los que se enfrenta la sociedad.
Lee nuestra entrevista a continuación y descubre por qué Álvarez cree que el arte ofrece una forma de cambiar a las personas y a la sociedad.
Mi camino hacia el arte no fue sencillo. Más bien fue un poco complicado. Siempre me interesaron las artes de uno u otro modo. Sin embargo, no tenía una salida para explorar el arte en sí. Pero antes de terminar el bachillerato, decidí que me interesaba la fotografía. Encontré trabajo como ayudante de un fotógrafo, lo que me dio acceso a cámaras y equipos, y me permitió explorar la fotografía. Luego me interesó el cine. Quería dedicarme a ello, pero no tenía medios. Soy de Quito, Ecuador, y no había ninguna escuela de fotografía asequible para mí.
Como mi hermano quería que siguiera algún tipo de carrera, me dediqué al diseño gráfico. Así lo hice durante algunos años, pero más enfocado en el ámbito del diseño gráfico publicitario. Luego llegó un momento en que me dije: “Esta no es la forma en que quiero hacer las cosas, este no es el camino que quiero seguir”. Me interesaban los temas sociales y quería relacionar mi conocimiento de la fotografía y el diseño gráfico con la defensa de cosas que me entusiasmaban y me importaban.
Cuando me mudé a Estados Unidos, tuve la suerte de conectar en 2015 con un grupo de artistas llamado Sanctuaries. Era un hermoso colectivo de artistas, personas interesadas en temas sociales y arte de diversos orígenes. Me convertí en artista gracias a la generosidad de gente que tuvo la paciencia y el tiempo de mostrarme sus conocimientos. Pude colaborar con ellos. Así es como empecé a dedicarme al arte. Siempre intento implicarme en lo que está pasando, en lo que ocurre y en cómo puedo utilizar distintas formas de arte para apoyar a la gente que intenta llevar las cosas adelante.
No sé si puedo elegir la más significativa. Ha sido un proceso de aprendizaje. El trabajo que me parece más profundo y un poco más maduro es mi obra más reciente, una serie en la que he estado trabajando sobre la migración, los inmigrantes y la inmigración. Estaba buscando cómo contar las historias de una manera que me pareciera honesta.
Tengo un tipo específico de ilustración que me gusta utilizar para retratar a la gente, donde intento mezclar estilos de Bolivia, Ecuador y Perú. Perú en particular tiene unos anuncios que se llaman Chichas. Son afiches de neón muy coloridos que usan texto en negrita. Es una forma económica de promocionar eventos públicos en barrios populares. Me interesaba el color y cómo se utilizaba allí, sin embargo, no quería dejar de lado el uso de la ilustración por lo que intenté mezclar ambas cosas.
Hice una serie de serigrafías sobre la inmigración. Estaba explorando este tipo de mezcla de estilos y técnicas para ver si podía encontrar una voz que hablara de cómo la inmigración tiende puentes entre culturas, pensamientos y personas. Salió algo interesante. Todavía estoy intentando desarrollar y avanzarlo un poco más. Pero diría que eso es probablemente algo significativo de mi trabajo.
A lo largo de mi experiencia en este país, he conocido a muchos inmigrantes, algunos que tienen papeles y otros que tratan de sobrevivir sin documentos. Alguna de las lecciones que aprendí de ellos es… que es el deseo de mejorar sus vidas lo que crea la valentía de algunas personas. Eso es lo que intenté poner ahí: que la gente sigue viviendo su vida. Intentan hacer lo mejor que pueden, sin miedo, aunque las circunstancias estén realmente en su contra.
De todos modos, [decir] “sin miedo” tiene muchos niveles… pero el resto es una actitud de esperanza que es como lo contrario del miedo. Es similar a lo que intenté describir en la obra, que la gente va más allá de los límites para vivir con dignidad.
Mi camino en las artes no ha sido muy dentro del mundo del arte. La mayor parte de mi trabajo ha estado en las paredes por toda la ciudad. He creado afiches para pegar en paredes y participé en una exposición colectiva hace muchos años con otros amigos. Sin embargo, no he estado en montajes formales como exposiciones.
Me interesa llevar mi arte a la gente, intentar que esté al alcance de la persona promedio, que la obra se alimente sola. Pero también me interesa la experiencia de hacer arte. Por eso hago serigrafía.
Mi intención es comunicarme con la gente y crear diálogo. Soy el típico artista visual introvertido.
Es una forma de tender un puente, de hablar con la gente y conocer mejor a las diversas culturas y comunidades. Esa es la primera intención de mi arte. Otra de ellas podría ser mi admiración por nosotros, la especie humana. Me interesan los retratos que muestran lo que ocurre en el mundo y la dimensión humana de todos nosotros.
El arte tiene algunas cualidades que no llegamos a comprender. Yo no las entiendo. No creo que muchos artistas las entiendan. Pero el arte puede conectar con la gente de una forma muy profunda e integrada. Si vas a hablar de algo que es difícil y solo aportas hechos que no captan la atención de la gente, entonces el mensaje no conectará con ellos.
Tenemos que lidiar con muchas cosas en nuestra vida cotidiana. Obviamente, si hablas de un tema que debería importarme, ¿cuáles son los hechos? Muchas cosas están ocurriendo en mi vida. Sin embargo, si me traes arte acompañado de niveles de significado que yo no entiendo, eso lo puedo apreciar. Si me presentas un tema que me debería importar, necesito aprender sobre él. El arte es un puente que acerca a la gente a lo que está sucediendo. Sea cual sea el tema, puedes presentarlo de tal forma que tenga profundidad, que no resulte manipulador.
Y también está lo que me gusta de lo que hago. Me encanta preparar carteles, llevar mis serigrafías, tintas, materiales e ir donde está la gente. Cuando la gente co-crea, es siempre increíble. Cuando la gente utiliza la serigrafía, los resultados son rápidos. Algún diseño saldrá, ya sea un póster o una camiseta. Es un acto increíblemente sencillo, donde a la gente se le iluminan los ojos y luego son capaces de hacerlo. La mayoría de la gente dice que no al principio, que no puede hacerlo porque es difícil. Pero en cuanto le echan un vistazo al proceso de la serigrafía, hay algo que se despierta en ellos.
Es hermoso presenciarlo, aunque no estés apoyando una compra específica. Ir a una comunidad que está celebrando o a una comunidad que nunca ha estado expuesta a este tipo de arte, tú vas y tienen la oportunidad de hacer algo que valoran, que probablemente sea algo hermoso y muy transformador.
Pienso que depende. En algunas partes de la obra no soy muy analítico. Utilizo mucho la serigrafía. Si se trata de un asunto concreto, hablando de aspectos más amplios del tema, tiendo a utilizar la composición de los colores y una fórmula específica para resaltar lo que creo que es el elemento de la obra que lo saca todo a relucir.
Es complicado porque a veces puedes pensar que las cosas van a funcionar pero luego las reacomodas y es entonces cuando sí funciona. Pero me encanta utilizar diferentes técnicas de grabado. Hago muchas mono-impresiones y murales, y cada tipo de medio tiene un enfoque, unos problemas de composición y unos materiales diferentes. Sin embargo, me encuentro a gusto con el papel porque, en cierto modo, me conecta con la historia de la humanidad. Es una técnica muy antigua. A veces hago cuadros. Dependiendo del tema que quiera hablar, ciertos elementos, materiales, tintas y texturas son más relevantes que otros.
Diría “corazón” porque las circunstancias y el entorno en el que muchos artistas latinos se convierten en artistas en la ciudad no ha sido fácil, para una o dos generaciones, debido a que muchos vinieron huyendo de una guerra, de circunstancias difíciles y pasando por diferentes países. Incluso con todas estas adversidades, hacer arte requiere mucho “corazón.”
Por “corazón” me refiero también al deseo, la esperanza y el amor por el oficio. Es lo que los artistas latinos hacen por el arte lo que me parece muy inspirador. Creo que por eso diría “corazón”, porque te encontrarás con diferentes artistas latinx, y en el trabajo que hacen, hay mucho “corazón.” Hay mucha verdad, hay mucho de ellos mismos y eso es hermoso. No es el arte como una simple mercancía. Su arte tiene un enorme valor cultural y social.
Esta entrevista ha sido editada para mayor claridad y brevedad.
– Historia de Gloria Osorio
– Traducción de Michelle Nataren
– Edición de traducción por Natalia Chamorro
– Editado por Talía Alemán y Michelle Benitez