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Como una forma de darle la bienvenida al mes de la hispanidad, Hola Cultura tiene el agrado de presentar este ensayo lúdico en torno al juego de la Lotería, que además, cumple 190 años de jugarse por la raza que somos todos nosotros en este país.
La Iconografía
Quién no recuerda las cartas del valiente, el diablito o a la sirena; personajes fantásticos del imaginario colectivo. Aunque también animales comunes como el gallo, la rana o el pescado. Frutas frescas como la sandía o el melón. Imágenes dolorosas como la del corazón atravesado por una flecha de un cupido imaginario; la estrella de bonita boca y ojos tristes caída del cielo; la mano con un ojo en la palma entre la línea de la vida y la del destino; el pesado mundo cargado por un hombre fuerte con una rodilla en el piso a punto de ser vencido por el peso; el sol estático que desde los alto nos mira incólume; o la muerte vestida de catrina qué nos espera a la vuelta de la esquina. Pero también la calavera, el barril, las jaras, o la campana. Iconografía pura y popular que tiene sus orígenes en el México el siglo XVIII recién independizado; un México pre revolucionario, pre radial, pre televisivo, pre luz eléctrica. Cuando aún las familias se reunían a jugar en la sala a convivir, o los enajenados apostaban en la feria su caballo, un pedazo de tierra, o a la mujer. Se dice que el juego de la lotería –o juego de cartas- tuvo su origen por allá del 1400 en Italia y fue llevado a La Nueva España –México- en 1769 donde por varias décadas fue un pasatiempo exclusivo de las clases dominantes. Durante la guerra de independencia (1810-1821) se convirtió en pasatiempo de los soldados. En 1824 aparece la versión mexicanizada de las cartas que incluye a la bandera tricolor, al nopal, al tambor, a la campana y a la chalupa. Ya para 1887 el juego se ha popularizado y convertido en juego masivo en las ferias de pueblo, kermeses y posadas. No se sabe a ciencia cierta quien fue el autor de esta versión que ha permanecido hasta el día de hoy, aunque se sospecha que la idea provino de alguno de los asesores del primer presidente de México, Guadalupe Victoria en su afán por crear un sentido de nación entre la población recién independizada. El juego se compone de 54 piezas que están divididas en animales, frutas y naturaleza, personajes del pueblo, objetos de la vida diaria, instrumentos musicales, partes del cuerpo, astros celestes y personajes fantásticos y/o míticos. Mismas que están contendidas en unas veinte tablas que con 16 imágenes acomodadas en series de 4 por 4 y se gana de línea horizontal, línea vertical, diagonal o completando las cuatro esquinas, o las 4 figuras en el centro. Las fichas son frijoles o granos secos de maíz.
La suerte
Los humanos somos supersticiosos por naturaleza y por mas racionalistas que aparentemos, o más ciencia nos acompañe; algo de nosotros se aferra a creer en esa otra cosa desconocida e inexplicable que no podemos entender, llámese suerte, azar, destino, cambio de racha, o si el sol salió por el este, o nos levantamos de lado equivocado de la cama, o más aún, olvidamos vestir nuestro listón rojo antes de salir de casa. Somos tan primitivos como el primer hombre y ese algo permanece en nosotros hoy en día en nuestra psique. ¿En pleno siglo XXI cómo se explican que en todos los periódicos del mundo una de las secciones mas consultadas continué siendo la de los horóscopos? ¿O que juegos como el Mega Millions continúen siendo populares? En la lotería como en todos los juegos hay cartas buenas y carta malas, en cuanto a la suerte se refiere claro. Ejemplos evidentes son la del corazón sangrante; carta relacionada con el mal de amores, la infidelidad y el desamor. La de la muerte; relacionada con la perdida de algún ser querido,o peor aún, la propia vida. La de la calavera; asociada con la enfermedad, una muy mala noticia, o el destino funesto. La de la estrella; la que gira y gira para encontrarnos en el momento menos adecuado. La del sapo; símbolo de la fealdad, de la imposibilidad, de la falta de lenguaje. O la del alacrán; relacionada con la traición, el veneno, el retroceso inevitable. Entre las cartas de la buena suerte están la de la rosa, la maceta, el pino, la corona, el sol, el músico o las jaranas. Todas ellas por obvias razones; amor, riqueza, luz, triunfo, florecimiento, coronación, conquista. Por otro lado, están las otras cartas que sencillamente son para protegernos; como la del paraguas –no solo de la lluvia, sino del mal-, la de la escalera que nos permitirá alcanzar nuestros sueños y deseos; la del sol que brillará para nosotros en la oscuridad de la vida; la de la botella que guardará el agua que nos acompañará durante nuestras vidas por el desierto; la bota para que no andemos descalzos; la del pájaro que nos cantará dándonos esperanzas; la de la palma que representa la sombra; la de la mano que significa la amistad; la de maceta para sembrar nuestra fruta favorita. Antes de Las Vegas, la feria. Antes del crupier, el gritón que lanzaba en voz alta cosas como: “Sube paso a pasito, no se puede de un brinquito: La Escalera”. “El que camina lento, a la inversa y con la cola pica: el alacrán”. “La herramienta del borracho y que a veces se quiebra: la botella”.
¿Tarot mexicano?
Resulta que el valiente y el borracho pueden ser el mismo y uno a la vez; la sirena o el pescado según nos encontremos un día en el mar; el corazón y el árbol según se vea, ambos atravesados y sangrantes por una flecha. El símbolo de la muerte, la que no puede faltar en ningún juego de cartas que se respete pues está entre nosotros; habita aquí, la muerte tan viva (válgase el retruécano); los símbolos de lo inesperado, el albur. A diferencia del tarot que es más profundo y espiritual, el de la lotería es un juego vernáculo y pintoresco que contiene las imágenes del pueblo –del imaginario colectivo-, aunque al igual que el primero lo aleatorio y fortuito también valen. Todo depende de los elementos azarosos, aunque a diferencia del primero no sabe nada del pasado, ni del destino y menos aún pretende curar. Lo que sí, es que responde al principio o fin en virtud del cual se producen los efectos. Algunas brujas lo usan, los magos mexicanos lo tiran para leer el presente y solo el presente. Hoy en día hay una versión en la internet y se ha propagado por el mundo, e incluso llegado a China donde las fichas son palillos de madera.
La leyenda
Dicen que hubo una vieja que justamente antes de la emboscada en Chinameca, tiró las cartas de la lotería al general Zapata y le dijo que iba a morir atravesado por las jaras de un alacrán disfrazado de apache. Que tuviera mucho cuidado un día de un gran sol encima y que no confiara en el cotorro, ni tampoco en la dama. Que no comiera el venado que le ofrecía la calavera, pues estaba asociada con el diablo. Que la bota donde estaba escondida la araña no solo le iba a picar, sino que derribaría la palma qué haría de México nada más que un desierto de nopales secos y espinosos, donde el catrín iba a sentarse en la silla y ponerse la corona y una bandera desgarrada e incolora a mitad de una plaza en el centro de una gran ciudad iba a ondear por muchos años… Desde aquel momento a la fecha, nadie a querido jugársela del todo en la mesa, ni en serio.
En fin, apueste lo que tenga, la lotería está aquí y es para todos, bienvenidos, cierren las puertas señores, esta es la suerte y está en juego.
The Little Devil and the Rose: Lotería Poems / El diablito y la rosa: Poemas de la lotería by Viola Canales. Arte Público Press 2014
Octavio Lasañe