By hola | Published | No Comments
Ingreso al Terrace Theatre del Kennedy Center, llego un poquito tarde, el evento acaba de iniciarse y me sorprende que no esté abarrotado de gente. La sala está a medio llenar y hace uso de la palabra el escritor boliviano Rodrigo Hasbún. Su discurso es totalmente en inglés y caigo en cuenta que un cincuenta por ciento del público es anglo, y la otra mitad latino americano con claros signos de ser bilingüe.
Con un buen inglés con marcado acento, el cochabambino Rodrigo Hasbún nos contó en los breves ocho minutos de su ponencia sobre sus conflictos de identidad siendo hijo de inmigrantes palestinos. Nacido en Bolivia, el autor, ahora radicado en Texas; ex guitarrista de su propia banda de rock, explicó que cuando escribe lo hace con ritmo. Al escribir, no le gusta dar muchas vueltas al tema y prefiere ir al grano. Es por eso que su exitosa novela “El Lugar del Cuerpo”, cuenta con tan sólo 127 páginas, mientras que la más reciente, “Los afectos”, cuenta con 144.
Seguidamente le tocó el turno a Sandra Cisneros. Nacida en Chicago, la autora México-Americana de “La casa en Mango Street”, contó sobre sus inicios en los barrios populares de South Side. Enfatizó su ponencia en la identidad cultural de su familia, lo que incluyó durante su niñez continuas vacaciones a México, lo que a su vez le inculcó amor y devoción a la tierra de sus padres, a tal punto que realizó algo impensado para muchos: la inmigración en reversa, es decir; desde hace cinco años dejó su casa en San Antonio, Texas, donde residía y fue a vivir a México, a la ciudad de San Miguel Allende. En un principio en su nuevo barrio, cuando le preguntaban de donde era, ella decía ser mexicana, pero los residentes del lugar al notar su acento anglosajón, con una sonrisa le respondían “Nooooo… tú no eres mexicana”. En sus continuos viajes a San Antonio, compra sus propios libros para venderlos en México, más precisamente en su ciudad, pero como le nace por naturaleza ese deseo de instruir a la gente, al final los termina regalando. Esta confesión por parte de la autora de “Caramelo” terminó por arrancar las risas del público que la aplaudió efusivamente.
Por su parte el ganador del Premio Alfaguara de Novela 2006 por “Abril Rojo”, Santiago Roncagliolo, enfatizó que algo que lo marcó para toda la vida fue la lucha armada que libraron los grupos terroristas Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru contra el gobierno de Perú. Es por eso que en algunas de sus novelas denota; hasta dónde puede llegar el ser humano al encontrarse en situaciones extremas y toma en ciertos capítulos de sus escritos el estilo de la novela negra, sin llegar a serlo del todo. Al ser entrevistado por Marie Arana, de la Biblioteca del Congreso y moderadora del evento, Roncagliolo expresó que si bien los atentados con coches-bomba, las voladuras de torres de alta tensión y los continuos apagones afectaron su vida y naturalmente sus escritos durante los años 80’s, el autor de “La pena máxima” es un hombre feliz, que radica actualmente con su familia en España.
Esmeralda Santiago, autora de las memorias “Cuando era puertorriqueña”, contó que vivió en un área rural en su natal Puerto Rico, y que su familia pasó por momentos de extrema pobreza. En 1961 su madre decidió mudarse con sus once hijos a Brooklyn, New York. Siendo la mayor de los hermanos, tuvo que ayudar a su mamá en la crianza de sus hermanos menores, pero aun así se dio tiempo para estudiar, y al graduarse de la Universidad de Harvard en 1976, viajó a la Isla del Encanto buscando trabajo y un cambio en su vida. Sin embargo sus propios compatriotas la trataban como una foránea y le decían: “Tú ya no eres puertorriqueña”. Es de ahí de donde proviene el título de sus memorias, la cual continuó más adelante con sus segundas memorias, “Casi una mujer”.
Ensayista, guionista de teatro, cuentista y novelista; el chileno Ariel Dorfman, en un perfecto inglés, recordó su paso por la política durante el gobierno de Salvador Allende y sus pensamientos de izquierda que, unidos a su naturaleza de hispano de origen judío, le causaron el exilio una vez que se produjo el golpe de estado en Chile. Con una gran elocuencia en la que tocó una diversidad de tópicos, Dorfman se explayó a sus anchas hablando sobre diversos temas sociales, entre ellos el imperialismo de los Estados Unidos, el cual cubre ampliamente en su obra “Para leer al Pato Donald”, tan elocuente se encontraba el autor que incluso sobrepasó largamente el tiempo impuesto por el teatro y la moderadora.
Una vez finalizado el evento, todos los autores pasaron al pasillo del teatro en donde procedieron amablemente a autografiar sus libros y tomarse fotos con sus fieles lectores. A pesar de haber sido un evento muy bien organizado, y de ingreso gratuito, nos deja el sinsabor el no haber tenido una mayor concurrencia de público hispano parlante. Habiendo en el área Metropolitana una generosa cantidad de medios de comunicación en español, se podría haber hecho una mayor publicidad dirigida al lector que gusta leer libros en la lengua de Cervantes. Estamos seguros que de haber sido así, el recinto hubiera estado tan lleno que no cabría un alfiler. Se lo dejamos de tarea a los publicistas de la Biblioteca del Congreso, algo como para tener en cuenta en futuros encuentros literarios de autores latino americanos.
Alfredo M. Del Arroyo