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Celebración con el Mictlán

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(ENGLISH VERSION BELOW)

La celebración de Día de muertos es muy antigua y data de tiempos prehispánicos. El origen preciso de esta tradición es un misterio, aunque los expertos afirman que va más allá del año 3,000 mil antes de la era cristiana. Lo que es un hecho, es que su práctica estuvo muy extendida en Mesoamérica antes de la llegada de los españoles, y hoy en día asimilado por el cristianismo, El día de muertos es una fecha asociada a la religión católica en algunas regiones de México y Centroamérica, principalmente.

La Calavera CatrinaDía de muertos es la fecha donde se ofrenda a los queridos que han dejado el mundo, a los parientes que han descendido al Mictlán y han iniciado su viaje al más allá; al lugar entre las estrellas y la luna; la otra dimensión poblada por almas. La tierra eterna donde el tiempo ha dejado de pasar y el campo está cubierto de flores de cempasúchil. El Día de Muertos cae en el noveno mes del calendario azteca, hoy en día entre los meses de octubre y noviembre, y es un acto entre solemne y multicolor, entre lo sagrado y lo profano, entre lo interno y lo externo, entre lo simbólico y la fiesta; este rito americano se basa en la ofrenda a los difuntos; primero a todos y después al selecto grupo de muertos cercanos al ofreciante. En este día especial se llenan de gente los panteones, se llevan flores al campo santo, veladoras, bebidas alcohólicas -a preferencia del difunto- y comida; regularmente pan de muerto. A veces música,  por lo general de mariachi, o de banda de viento y si no se tiene para ese lujo, de perdida un radio de pilas, o de plano se le canta. Las familias llegan temprano, toman asiento alrededor de la tumba de su querido, hablan con él,  se le presenta con los nietos o con los tataranietos, se limpia la lápida de yerbajos y se les oficia una ofrenda -el acto en sí es una ofrenda-. La Calavera

Por un momento el habitante del más allá se planta en el presente y convive con nosotros por unas horas, por todo un día o varios. Recogimiento, respeto, alegría, Día de muertos son también calaveritas de azúcar, quesadillas de flor de calabaza y olor a copal, a pachuli. Para algunos sociólogos es una forma de burlarse de la muerte, pero también una forma de acercarse a ella, por si nos la encontramos allá, aquí, ahora mismo. La muerte, esa presencia constante que nos deja fríos,  helados y nos acompaña por el camino de la vida y de vez en cuando nos sonríe para alertarnos. Es una fiesta-ritual en donde los vivos tenemos el honor de compartir con los muertos y ofrendar al Mictlán: la casa de todos, la casa que nos espera.

Celebration with el Mictlán

The Day of the Dead dates to pre-Hispanic times. The precise origin is a mystery though experts say it can be traced back to at least 3,000 years B.C. What is clear is that it was a widely observed practice throughout Mesoamerica long before the Spaniards arrived and was later assimilated into Christianity. In fact, today in Mexico and Central America, the Day of the Dead is strongly associated with the Catholic religion.

The Day of the Dead is a time of offerings to one’s loved ones who have left this world–who have descended into Mictlán and begun their voyage to the other side; a place between the stars and the moon; another dimension populated by souls. Eternity where time has ceased and the ground is covered with cempasúchil (Mexican marigolds).

The Day of the Dead falls in the ninth month of the Aztec Calendar–today between October and November. It’s mood falls someplace between solemn and colorful; bloody and profane; intimate and public; between the purely symbolic and an all-out party. This American rite is based in an offering to the dead; First to all the dead but also to the select group of one’s lost loved ones.

On this special day, people fill the cemeteries, bringing flowers, candles and strong drink–perhaps tequila, pulque, or beer- depending on the preferences of the dearly departed. Also set on the altar are their favorite dishes and “pan de muerto,” the special sweetbreads made in the shapes of skulls or crossbones. Mariachis or a marching band might be summoned. Or maybe a radio tuned to the dead’s favorite tunes provides accompaniment. Families arrive early and take their seats, talking to their dead and introducing them to the grandchildren. But first they clean and tend to the graveside, an act that is, in itself, is an offering.

The inhabitants of the other side return to the present and visit with us for a few hours or days. Recollection, respect, happiness. The Day of the Dead is also a day of sugar skulls, quesadillas filled with calabaza flowers, and the scents of Day of the Dead Ofrendacopal and pachouli.

Some sociologists say it’s a way of laughing at deaths while cozying up to it too. Death is a constant presence that gives us goosebumps and accompanies us wherever we go, smiling to remind us of its presence. In this fiesta-ritual, where the living have the honor of communing with the dead and making an offering to Mictlán, we find ourselves at home, in the home that awaits us.

Alberto Roblest