By hola | Published | No Comments
El fin de semana asistimos a la exhibición de Julio Valdez en el Museo de la Américas (OAS) titulada “Mapeo de las Capas” (Mapping the layers). Por alguna razón antes de ver la obra me imaginé algún tipo de arte cartográfico, mapas del Caribe trabajados de alguna forma, qué sé yo. ¿Capas? De significado si bien entendía.
El titulo se refiere no sólo a las capas técnicas e imaginativas de una obra, tal puede verse en las piezas, sino a las capas que un ser humano lleva ya escritas, en la memoria, en la formación, en el ADN, etcétera, además, claro, la marca del sitio donde se nació.
En el caso de la República Dominicana -de donde el autor es originario, aunque hoy en día vive en Nueva York-, las capas fueron las de la conquista, la esclavitud, después la barbarie en contra de sus habitantes, la tiranía, su marginación por décadas en manos de los diferentes dictadores existentes en el país, y finalmente, la bananización del Caribe a cargo de los Estados Unidos. República Dominicana y Haití. Una isla compartida por dos imperios esclavistas que presumían de su barbarie uno al otro, en el mismo territorio, los españoles y los franceses, “los importados” de África -con sus propios idiomas-, los nativos, los piratas… Y como resultado la diáspora afroamericana, la herencia afrolatina, las tres raíces que nos abrazan.
Las capas de estas piezas no son sólo aceite, crayón, grafito y tinta, son la esclavitud, la marginación, la represión, pero también la sobrevivencia de los afrolatinos en el continente; una memoria plasmada llena de símbolos. En algunas de estas pinturas hay blasones esotéricos, ideogramas africanos, en otros la imagen es signo y significado como el caso de “Hermano y plátanos”, donde el rostro de un afrodescendiente está cubierto de bananas. La isla, botín de piratas, de conquistadores, de gobiernos tiránicos, de corporaciones norteamericanas.
Títulos como “Hombre Isla”, “Color de piel”, “Aquiles: el corazón cayó al mar”, denotan la presencia de la isla en el hombre, en este caso, del autor Julio Valdez. Puedes quitar al hombre de la isla, pero no a la isla del hombre.
En el “Oficiante”, la figura de un hombre erguido firmemente sostiene en lo alto una isla que arriba se eleva por los aires como una nube. Junto vemos al mismo sujeto sumergido en un mar rojo, lo que flota a unos metros es un pequeño barquito de papel.
Otra de las capas, para usar el término del autor, es la presencia constante del agua en su obra, H2O como el vital líquido, pero también como la amenaza capaz de ahogarnos, el agua como el territorio limítrofe. En la obra “Del aire al aire”, el agua es un fluido donde el sujeto de la pieza flota como un feto antes de nacer. En “Las terrenas, abstracción VIII de 2019, una persona ondula en una alberca o en el mar; vemos el reflejo del Sol, el movimiento del océano, y como el efecto forma una pintura abstracta. La persona se adentra al agua, o quizás sale de ella. ¿Acaso es sólo otra persona que flota en la inmensidad? ¿Acaso un náufrago?
Hablando de, en el mismo museo, pero en el segundo piso pude verse la exhibición “Cuarentena” 40 días y cuarenta noches” serie fotográfica de Geandy Pavón, obviamente una visión particular casera en torno a los días del encierro durante la pandemia.
Alberto Roblest