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Exhibición de arte
Quién se pregunte si hacer arte con el pulso es posible, debe darse una vuelta por el Hirshhorn Museum para ver el trabajo de Rafael Lozano-Hemmer y comprobar por sí mismos que nuestro palpitar y el arte van de la mano.
En esta exhibición, a primera vista construida con bulbos de luz, pantallas, reflejos, espacios grandes y sonido, el espectador, mejor dicho el pulso del participante es la parte fundamental de las piezas aquí expuestas: Pulse Room, Pulse Tank y Pulse Index. Tres entornos inmersivos que utilizan sensores de frecuencia cardíaca, entre otros elementos tecnológicos, para incorporar al visitante y sacarlo del cómodo sillón. Esto es, estamos más allá del color, de la forma, del marco. Estas instalaciones capturan firmas biométricas y las visualiza como secuencias repetitivas de luces parpadeantes, panoramas de sonido, ondas ondulantes y huellas digitales animadas que crean una experiencia cinética y audiovisual única. Como se dice en el argot del arte tecnológico: una experiencia.
Lozano-Hemmer le ha sacado bastante provecho a la idea de hacer arte a través de las vibraciones, ondas, palpitaciones y otros sonidos que el cuerpo produce. La idea surgió a partir del nacimiento de su primer hijo, mientras miraba el aparato en el hospital. Aquellas imágenes eran la vida, eran su hijo de una forma visual de forma sonora.
En Pulse Tank el espectador, más que participativo, se convierte en un Narciso que se mira en el espejo y se disuelve en sombras. En Pulse Room el ritmo cardiaco, la edad y hasta nuestras condiciones de salud quedan expuestas y son el corazón con que suben y bajan de intensidad los focos de un gran pasillo en la semioscuridad. Respecto a Pulse Index -en mi opinión la más interesante de las tres piezas-, el autor utiliza los datos biométricos de los visitantes para dar vida a un mosaico de huella digitales que transforma la pared en un gran lienzo abstracto. Los datos biométricos sirven para el reconocimiento inequívoco de personas basado en uno o más rasgos conductuales o físicos intrínsecos. Entre los ejemplos de las características físicas (estáticas) se incluyen: las huellas dactilares, la retina, el iris, los patrones faciales y la geometría de la palma de la mano.
Las obras de Lozano-Hammer son geométricamente perfectas y están instaladas de una manera armoniosa, justo como lo que nos da la vida, digamos la respiración, el fluido de la sangre, el palpitar del corazón, la piel de nuestra edad. Quien visite esta exhibición podrá ver, quizá por primera vez, su huella digital ampliada, una bombilla que palpita al ritmo de su corazón y una sombra que no es otra cosa sino el mismo.
Rafael Lozano-Hemmer: Pulse. Hirshhorn Museum, Nov-Abril 2019
Alberto Roblest