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Este año se cumplen 100 años del nacimiento de Augusto Monterroso (1921- 2003), el maestro latinoamericano del mini relato -o cuento corto-, uno de los géneros más difíciles de la literatura y sin duda uno de los más fascinantes. Autor de varios libros, ya clásicos, este maestro escribió brevísimo, pero contundente. Y aunque en ocasiones su trabajo aparenta ser realista, siempre resulta metafórico, que digo, fantástico. Sus fábulas tratan de la vida en general; el sentido del ser -incluido el de los animales-, la lucha por la existencia y la importancia de los valores elementales. El acontecer fantástico de las vidas de sus personajes y los tropos engañosos del lenguaje son parte esencial de una trama que aparenta no andarse por las ramas.
Autor del relato más breve en el idioma español que dice así: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”
Cuando se publicó este mini relato, todo mundo especuló. Que si el texto -de una frase– se refería a un hombre que despertaba en un tiempo pasado; dijeron que era una metáfora del matrimonio; del poder que nos doblega; un sueño dentro de un sueño; una frase en torno a un otro dinosaurio metido en la misma cama; ya saben, los académicos siempre tienen sus teorías. Pero los cuentos, cuentos son y ahí se quedan.
Augusto Monterroso nació en Honduras, pero se naturalizó guatemalteco y vivió muchos años en México, país donde se casó, tuvo familia, trabajo y consideró su hogar. Se consideraba a sí mismo un hombre de tres nacionalidades, de tres orígenes. Monterroso se exilió en México, pues se opuso a las dictaduras guatemaltecas, en algunas de sus obras se percibe cierto mensaje político.
Se le ubica dentro de la generación del Boom Latinoamericano que incluye a Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Vargas Llosa. A diferencia de sus compañeros de generación, que son todos novelistas, Monterroso apostó por los cuentos breves -y el dibujo-, y a la larga resultó el maestro del micro relato. Recibió varios premios, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (2000), el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias (1997) y el Premio Juan Rulfo (1996), entre otros más.
Sus obras más importantes son: La oveja negra y demás fábulas, 1969. Movimiento perpetuo, 1972. Lo demás es silencio 1978. Viaje al centro de la fábula, 1981. La palabra mágica, 1983. La letra E (Fragmentos de un diario), 1987. Esa fauna, 1992. Y, La vaca, 1999, que definió como “una colección de ensayos que parecen cuentos y cuentos que parecen ensayos“. Si les interesa leer algo de su obra aquí un link con piezas muy bien escogidas de su autoría.
Por lo pronto salud con un chocolate caliente… antes de irme a dormir.
Alberto Roblest