By hola | Published | No Comments
¿Hispano o Latino? That is the question, parafraseando al buen Shakespeare. De primeras la pregunta me dejo de a cuatro. Si para el tipo era una broma, para mí era un planteamiento cuasi ontológico. ¿Hispano o Latino? Me preguntaba como si ambos conceptos fueran sinónimos, cuando ambos conceptos etimológicamente hablando son diferentes. Me bajé de la bicicleta, me despojé del casco y dije espontáneo; Latino.
Como ustedes, yo tampoco entendí porque me había preguntado. El continuó con su vida alejándose por la calle y yo me quedé asegurando la bicla y entré al edificio. El día continuó como cualquier otro día y ya en la noche hablando con amigos solté la bomba sobre la mesa, entre cervezas. ¿Por qué llamarnos latinos? ¿Por qué hispanos? Al principio la encuesta tendió hacia auto-llamarnos hispanos por tal y tal. En la lógica de James; que porque en muchos estados es una categoría en los documentos oficiales y de más peso aún, que porque designa el idioma que hablábamos: el español. En términos vulgares, dijo alguien: hispanos son los habitantes de Hispanía que es como se conoció a la península Ibérica siglos atrás y nosotros nunca hemos vivido ahí. Claro, pero en todo caso tampoco hablamos latín, refutó alguien más. ¿Y qué de nuestra parte indígena? Buen punto, pero fíjate como si todos bailamos cumbia, dije yo. “Eso, no nos podrán quitar el ritmo”. Si esto, no lo otro. La cosa comenzó a complicarse según fueron saliendo las verdades y las explicaciones. El buen Carlos trajo a colación el hecho histórico de que los españoles y más específicamente los conquistadores, hayan cometido quizá el mas grande genocidio sobre la faz de la tierra; a su llegada a América contra las poblaciones indígenas. “Millones hermano, Hitler es un infante con paleta en comparación con lo que hicieron estos y la iglesia, en los territorios de lo que hoy en día se conoce como Latinoamérica. Poblaciones enteras reventadas por la esclavitud, y el terror psicológico aplicado en los pilares con lumbre de la santa inquisición. Imagínate, si eso nos es barbarie…” “Estoy contigo brother, por eso mismo hoy por hoy no podemos levantar cabeza”, salud- soltó Marquitos y ordenó otra ronda. Carlos volvió a tomar el micrófono. “Si bien es cierto que somos producto del mestizaje y la culturización, tampoco es posible borrar el pasado de un plumazo u olvidarlo. Acepto el español porque es el lenguaje con el que me comunico, acepto mi color de piel, y he perdonado a la parte de mí que abusó de la otra, la de piel morena. Por eso hoy en día que soy hombre libre, yo prefiero llamarme latino. Al menos es una palabra americana, que si bien es cierto fue inventada por los franceses durante su ocupación en México (1862-l867), no contiene la carga peyorativa que yo encuentro en hispano. Es como colgarme en el cuello un anuncio aceptando benevolente: soy pecador y gracias por el castigo y el saqueo. No, el presente, y por supuesto no el pasado, deben aceptarse con resignación. Nadie te va a dar nada sino lo exiges”. Los seis ahí reunidos levantamos nuestras botellas en el aire y brindamos: ¡latinos, si señor! Recordé mis clases de historia. Los franceses y sus sueños expansionistas de conquistar uno a uno los países de México a la Argentina. Recordé a Benito Juárez, uno de esos personajes universales indispensables en estas tierras. Los indios zacapoaxtlas peleando codo a codo rechazando al invasor. Los niños héroes, Carlota, la consolidación de América; un continente libre para siempre de la intromisión europea, etc, etc. Hasta no hace mucho en las ya viejas enciclopedia, se leía: los hispanos son los habitantes de los antiguos reinos pertenecientes al Reino de España. “Naciones respetándose una a otra en buena comunión”.
“Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. “Among individuals, as among nations, respect for the rights of others is peace.” -Para los que no sepan: hay una estatua de Benito Juárez en DC muy cerca del edificio Watergate, yo de vez en cuando paso a saludarle.
¿Se imaginan todos hablando mal francés?
Latinoamérica. Palabra americana creada por un invasor derrotado. Aquello me pareció interesante. Pensé en las contradicciones de la historia, la vida y el lenguaje. Si el invasor es derrotado, enviado de regreso a su país sin botas y en total desgracia, pero olvida una palabra y nos la deja, pues la adoptamos, que caray, así somos, y así fuimos, porque no. Aquella era una buena palabra para denominar a un grupo de países con el común denominador del habla, el mestizaje; ex colonias todas también que para 1862 eran países libres o estaban en proceso de independizarse.
Cabría mencionar aquí al más grande héroe latinoamericano de todos los tiempos, don Simón Bolívar. Un continente un país, una potencia una sola entidad, un idioma una identidad. De Tijuana a la Patagonia. Cuándo recién llegué a este país, hará cosa de veinte años ya, descubrí que era necesario despojarme de la nacionalidad que portaba hasta ese momento, y adoptar la de latino, por varias razones que rápido entendí. Latino, adjetivo y sustantivo que designa a los de mi grupo cultural, étnico, sentimental, y hablante claro. -Termino más amplio que el de hispano, porque bajo su sombra caben los brasileños, los antillanos, los rumanos, los belgas, los italianos y los quebequenses del frío Canadá. Un continente-. ¿Hispano o Latino? Latino exudo, dice un poema, es una categoría que en sí mismo contiene otra; la del hombre en tránsito, el inmigrante, el que habla idiomas. ¿Hispano o Latino? Desembarcaba yo en Boston, mi nueva realidad. Aquí estaba yo, en estas nuevas tierras, y lo más cercanos a mí, eran aquellas otras personas a las que podía entender aunque hablaran en voz baja. Los otros cuyo color de piel me era familiar, sus sonrisas, el sazón de su comida, sus bromas. Ellos ya estaban aquí y había optado por nombrarse así, no por imposición, sino más bien entendía yo, era una toma de conciencia, una actitud, una forma de vida y cultura. Aquí estábamos y muchos nunca habían salido de aquí y otros jamás regresarían, pero el hecho de estar presentes y ser una presencia nos convertía en un grupo, en una tribu. Mal que bien o bien que mal, en nuestras venas circulaba la esencia de La Raza Cósmica, la que lee las estrellas; de la que escribió José Vasconcelos; los antiguos olvidados, la magia. Es un hecho consumado: uno decide como quiere ser nombrado, que camiseta viste, y por sobre todo, en que bicicleta inicia el viaje. Quiero saber cómo identificar al tipo que mira desde el espejo en la soledad de mi hogar. Latino, es lo que hoy en día soy aquí en mi nueva casa.