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Recrear a Frida

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¿Qué no se ha dicho de Frida Kahlo?

Hay quién afirma que se ha dicho todo y más de Frida, inclusive cosas que nadie debería saber de esta particular mujer nacida en México a inicios del siglo XX… pero bueno, todos conocemos que fue bisexual, revolucionaria, radical, original y rebelde. Una artista de vanguardia bastante politizada y entregada a las causas sociales de su época. Una persona que desafió la moral de su tiempo en un país de machos y curas. Una persona forjada en el dolor y en la superación física, después de un terrible accidente que la marcaría para toda su vida.

Nadie puede discutir que su arte es particular y único, de tal forma que hoy en día sus pinturas se cotizan en millones de dólares y ella es tan famosa como Da Vinci, Dalí, o el mismo Warhol, por mencionar a los más populares.

Por supuesto la fama tiene sus costos.

El de Frida, estoy seguro que ella estaría ofendidísima de lo que han hecho con su persona, ser producto del marketing y del comercialismo voraz. Todos han sacado un poco de plata de la Fridomania, hoy en día hasta en los gift shops de los museos la venden como llavero, libro para colorear y tarjeta postal. En algunos almacenes comerciales su figura se puede ver estampada en camisetas, gorros y zapatos tenis. En las tiendas de aeropuerto se le puede encontrar como muñeca, y parte de su arte se halla impreso en magnetos que se pegan a los refrigeradores. Por supuesto muchos artistas del jardín del arte hacen su roncha reproduciendo no solamente su rostro, sino su sonrisa triste, sus enigmáticos ojos bajo aquellas dos cejas grandes.

En estos tiempos Frida viene al caso otra vez, pues durante lo peor de la primera oleada de COVID, se puso de moda en la internet hacer reproducciones de obras famosas y de grandes artistas de la historia del arte. Viral en su forma, hubo algunas piezas muy ingeniosas, otras espectaculares, algunas sorprendentes, aunque no faltaron las que fueron simplemente de risa loca. Las Fridas abundaron, pero esta vez como homenaje.

El fin de esta propuesta, iniciada primero por el museo Getty, y después apropiada por los internautas, consistió -y continua hasta donde entiendo- en darnos unos a otros cierto confort, pasarla bien entre nosotros en este difícil momento, emplear nuestro tiempo libre de la cuarentena en algo creativo, pero a la vez comunitario, y sobre todo irreverente, que siempre es más divertido. La cosa consiste en recrear una obra de arte con los elementos comunes de nuestra casa; hablamos de sartenes, zapatos viejos, un ventilador, o lo que se encuentre. Desde entonces hemos visto a los internautas en sus propias casas, vestidos con una sábana sobre el cuerpo, una olla en la cabeza, y como espada la escoba representando a un personaje del siglo XVII.

Entre las piezas más re-creadas están obras de Pablo Picasso, Mary Cassatt, Gustav Klimt, Egon Schiele, Johannes Vermer y por supuesto Frida Kahlo.

El público virtual se transformó en Frida, como dije hay retratos por aquí y por allá, adaptaciones muy interesantes e ingeniosas. Algunas de estas recreaciones son verdaderos homenajes repletos de gracia… tanto, que me atrevo a afirmar que a la propia Frida causarían simpatía. Anímense, recreen su pieza favorita y ríase un poco de la solemnidad que muchos le han impuesto al arte, despojemoslo del comercialismo.

Autorretrato: Yo y mis pericos

Les invito a darse una vuelta por la ciber esfera, donde encontraran Fridas de todas las edades, y no sólo mujeres, sino hombres, e incluso niñas disfrazadas de Frida. En la pasada muestra Vida Americana: Mexican Muralist Remake American Art en marzo en NY, pudimos apreciar esta obra maestra cara a cara, y compartimos con ustedes. En fin, para siempre Frida, un abrazo.

Por cierto, dicen que en su casa de Coyoacán espantan, que durante los días de muertos, y a fin de año, se pueden escuchar susurros y pasos. Que en ocasiones es la voz de Diego que la llama, y en otras es a la inversa. A veces sólo es Frida hablando con su doble que se ve en el espejo, y pinta a otra que le toma de la mano mientras le susurra cosas en un idioma extraño y antiguo. 

Alberto Roblest