By hola | Published | No Comments
En días aciagos como los nuestros, donde no sólo la guerra, sino los intentos golpistas de un expresidente nos mantienen al filo del terror, un poemario dirigido a los señores de las armas, los políticos belicistas y las corporaciones que se enriquecen del dolor, he aquí un poemario para entrar en catarsis.
El prolífico Ariel Dorfman nos deleita esta vez con un libro de poemas que pueden ser leídos desde este otro lado de la vida, titulado: “Palabras desde el otro lado de la muerte”. Desde el título el texto nos prepara para entrar al mundo de Dante Alighieri, a quien Ariel Dorfman hace homenaje, por cierto. Dorfman hace hablar a los muertos, lo resucita y los enfrenta con los vivos, o con otros muertos en ocasiones, también. A unos los desnuda, a otros los desenmascara, tanto a los muertos culpables, como a los vivos, e incluso a los pasados de vivos que por desgracia en nuestra historia contemporánea abundan.
En la primera parte del libro, Dorfman les pasa la factura a los criminales de guerra, a los mentirosos, y a los traidores. La única verdad es que alguien te juzgará por tus actos, por tus errores que costaron vidas, por tus ambiciones, tus vicios, tus creencias, o tu comportamiento. A Cristóbal Colón, el celebrado navegante, y por muchos años considerado un gran explorador y genio de la náutica, también lo baja del caballo. Dorfman critica la histórica desde el presente con algo más que un poco de decepción. Pone a los políticos en la picota, a los poderosos, a los que todos sabemos han cometido un crimen por más que se lavaron las manos en su momento; criminales de guerra como grandes figuras históricas, los buenos de la película en el discurso, en los diarios tendenciosos y en la tele, por supuesto, pero los malos sin duda en los anales de la historia, que a final de cuentas es la que juzga y pone las cosas en la balanza. Así es como Dorfman habla no sólo a los políticos, sino en general al hombre blanco, rey y señor absoluto del mundo por centurias; invasiones, ataques, terror, guerra, muerte.
La historia, pero también la poesía juzgará a los traidores, a los corruptos y a los sátrapas, parece decir Dorfman, quien los hace desfilar y pone en la hoguera a personajes tan oscuros como Buchanan, Rumsfeld, Powell, los Bush, Trump; delincuentes unos más que otros… en el más acá.
“Los tengo aquí, a mi lado, contando los días hasta que le toque a usted también el turno de morir y puedan encararlo, uno por uno, a través de toda la eternidad. Se han ganado ese triste derecho gracias a lo que usted les hizo… tantos muertos injustificados, muertos indebidos, muertos evitables, espectros animados por el empeño tenaz de que se haga justicia”.
La segunda parte de este libro singular se debate entre el amor y la muerte, dos conceptos difíciles de describir en pocas palabras, difíciles de estandarizar. Si la muerte tiene varios lados, su opuesto, que es la vida, sólo uno. Inspirado en un poema de Quevedo, Polvo Enamorado, aquí Dorfman hace un poco una broma y entre vericuetos lingüísticos, y verdades no dichas o escondidas, nos habla de las cenizas, ese polvo oscuro que no vale nada y que alguna vez fue algo. Lo que es un hecho es que todo, y todos, inclusive los objetos más costosos y los más preciados, terminamos siendo cenizas… más si el fuego nos consume, o la destrucción, o cuando el amor sencillamente no nos alcanza, o no nos toca con su halo mágico.
El amor a los muertos, a las víctimas, a los que han sido afectados por la barbarie, la mentira, la simulación, o solamente la violencia, como el impresionante poema a Sarajevo en el que relata la asociación entre un cuento de hadas y una realidad bajo asedio. Una ciudad bajo el acecho de la muerte, una ciudad que se niega a morir, que se niega a desaparecer a pesar del bombardeo constante, los cañones sobre los civiles y las casas, y las calles y todo lo construido, la destrucción como el efecto del espejo del odio y de la guerra; y de la muerte por supuesto, la muerte pues lleva destrucción casi siempre, dolor implícito, pero también un momento de silencio, un momento de reflexión y una forma de esperanza que es el amor, el amor que es la sobrevivencia, el amor que es la permanencia, el amor que es la única forma de combatir a la muerte, de combatir al odio, de combatir a la soledad y el abandono, e incluso la barbarie.
“No voy a cejar, mi amor, / no vamos a dejar / que venza / la insana muerte / y la feroz resaca de la maldad”.
El libro cierra con el poema “Réquiem para sus cenizas”, en este poema la muerte y la violencia ya pasaron, la barbarie ya nos aplastó, no somos más que cenizas, estamos del otro lado de la muerte, las cosas han desaparecido y son polvo, los árboles también, el planeta que está en crisis y se muere y se calienta, arde ante nuestras narices y nadie hace nada, principalmente los que tienen los medios y han hecho el problema, cínicos ecocidas.
“Palabras desde el otro lado de la muerte”, verso libre de largo aliento. Poesía política, de protesta, contestataria, retórica, discursiva… etiquetas hay muchas, sin embargo “Palabras desde el otro lado de la muerte” es un libro particular que hace honor a las víctimas, los desvalidos, las almas en pena en busca de justicia. Poesía de denuncia, critica, poesía para pensarse y reflexionar.
Palabras desde el otro lado de la muerte, Ariel Dorfman, Ed. Arte Público Press, 2022.
Alberto Roblest