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Nuestro mundo muerto, reseña

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De nuestra gustada sección: LEER DC, desde la cual promovemos la lectura entre la comunidad latina de Washington a través de reseñas de libros que se pueden encontrar en las Bibliotecas Públicas del área metropolitana.

“Nuestro mundo muerto” es un libro que va de la realidad de una joven estudiante de la Universidad de Cornell, sube por la tradición boliviana en Cochabamba y desciende en la ciencia ficción con un cuento que sucede en Marte. Compuesto de 8 cuentos, este libro de Liliana Colanzi desde el principio nos sorprende y nos deleita en “el umbral de varios mundos: lo terrenal y lo fantástico la ciencia ficción y la tradición, el recuerdo y la pesadilla”, pero también el ser y el estar, lo dicho y lo que se dijo, el ahora y el futuro. Los 8 cuentos tienen su propia factura, algunos están relatados en tercera persona, y otros en una primera persona qué se desprende de sí misma y se analiza desde afuera; mirando a la escritora que sentada imagina el libro que escribe. Con una pizca de realismo mágico, “Nuestro mundo muerto” es una pequeña joya en la vorágine de libros publicados con el único afán de entretener, divertir, o sólo pasar el tiempo. Me refiero a la maraña de libros desechables que las grandes editoriales -por no decir conglomerados-, tanto españolas como norteamericanas, publican año con año compulsivamente con el único fin de ganar dinero. Este pequeño libro editado por la editorial Almadía nos trae a la memoria de qué la literatura no es solamente para entretener; o hacer como que leemos mientras pensamos en otras cosas; o ponemos nuestros ojos en los renglones de un libro mientras nuestras mentes escapen a los chismes del social media y la banalidad y estupidez que impera hoy por hoy en el internet. Este texto nos comparte un mundo a veces vedado en los libros de moda, me refiero a la idiosincrasia de los pueblos indígenas; sus dichos, sus costumbres, sus mitos y en ocasiones sus fantasías, mismas que está escritora mezcla muy bien con historias que suceden en el presente a personajes contemporáneos de un mundo cada vez más lejano en la galaxia.

El primer cuento que abre esta colección se denomina “El ojo” y hace referencia a la vigilancia en que nos vemos sumidos en las familias hispanas, incluso aunque nos encontremos en otro país o en otro contexto. El ojo crítico de la tía, de los tíos, pero, sobre todo, el ojo de la madre, la que no reprime, la qué nos ve y nos guía, y está presente con nosotros y nos susurra regaños en el oído a veces de forma dictatorial, cómo la mirada del ojo todopoderoso y profundo, un algo que nos mira desde el más allá. Ese más allá que se hace presente en otros textos de esta colección, como en el denominado “Alfredito”, donde un grupo de niños asisten al velorio de su amiguito recién muerto; un amiguito que algunos tenían miedo, otros respeto, y otros más desprecio pues resulta que miraba a las niñas entrar al baño. Desde la mentalidad infantil un grupo de niños no alcanzan a comprender la muerte, el significado de un velorio, ni nada de eso que les resulta inexplicable. Desde sus ojos el difunto les resulta dormido, como si estuviera soñando y a punto de despertar, vestirse para irse a la escuela. En el cuento denominado “La ola”, una estudiante de Cornel -a muchas millas de distancia de su pueblo de origen en Bolivia- recibe un mensaje de un sueño, mientras ella se ve a sí misma a través de una ventana en dos lugares a la vez. La estudiante, fascinada con la nieve que cae un frio mes de noviembre intuye que su padre está a punto de fallecer. “La ola” tiene varias referencias, sin duda la primera es ese sentido de abandono que sienten los inmigrantes en el nuevo país, la tristeza que nos embarga a los que estamos lejos de casa. Pero “La ola” también es el sentimiento que sufren los estudiantes nuevos en las universidades, donde son poco populares, poco aceptados y se suicidan. “La ola” además, parece decirnos Liliana, es ese autor que de adentro sale y se expresa a través de nuestras manos; ese algo qué algunos denominan como creatividad. En “El caníbal”, la presencia de un asesino serial se entromete en las vidas de una burrera -transportista de cocaína- y su novia, que desde el hotel de cinco estrellas disfruta de las bondades que da el dinero, mismo que ha permitido tanto a la burra como a ella salir de una Bolivia empobrecida, abandonada y sin muchas posibilidades. Nuevamente la mirada desde la distancia -en este caso París- de una boliviana que habita en dos lugares a la vez y se impresiona con la realidad de este otro nuevo mundo que no conoce. “El caníbal” es quizá también el vicio al gusto, al lujo -y al amor-… por supuesto al asesino serial le gusta comerse a sus víctimas. El cuento de “El meteorito” es una metáfora de un otro mundo lleno de magia y acontecimientos sobrenaturales propios de las leyendas precolombinas. Los personajes son el indio tonto, versus el patrón sabio; el indio flaco, desnutrido y sin educación, versus el patrón obeso, dueño de un gran rancho y de una mujer operada y artificial enjoyada de bisutería; la cual llama a su esposo el Capitán América. El patrón mestizo, versus el indígena, el patrón de mentalidad occidentalizada, versus las supersticiones indígenas. El meteorito resulta a final de cuentas la venganza del más allá, la antigüedad, el tiempo y el espacio con el que se comunicaban las culturas de la América antes de la llegada de los españoles.  El cuento “Nuestro mundo muerto”, mismo que da título al libro, es un relato entre la ciencia ficción y la metáfora. Una mujer decide irse al espacio, gracias a la lotería ofrece Marte, con la mentira de un sueño, una vida más próspera y un futuro grandioso. ¿No es acaso esto lo que ofrecen los países del primer mundo a los inmigrantes pobres de tercero? Este cuento relata la historia de esta mujer y los otros habitantes del planeta rojo que se encuentran no sólo aislados entre sí mismos, si a millones de kilómetros de distancia del planeta tierra y sus seres queridos. Una tierra inhóspita, sin aire respirable, un planeta rojo en el que están esclavizados y en los que ellos caen por cuenta propia es un viaje sin regreso. “Desde arriba, suspendida en la oscuridad y el silencio, podía entender los intentos de ese ser abajo -yo misma- por alcanzar algo que me sobrepasaba, como una antena solitaria que se esfuerza por sintonizar una Música lejana y desconocida”

Nuestro Mundo Muerto, Liliana Colanzi. Ed. Almadía 2016, México.

Alberto Roblest