By hola | Published | No Comments
De acuerdo con muchos teóricos del arte, la función de este es la de inspirar al espíritu, elevar la imaginación y motivar el pensamiento, sin olvidar claro, su función afectiva, contemplativa, transcendental y decorativa.
¿Qué pasa cuando la nada puede comprarse? Esto es: la obra de arte que no existe.
En tiempos donde oxímorons como fake news son posibles, o políticos con bajísimos niveles de IQ representan al pueblo, era de esperarse otra cereza más en el pastel, esta vez en el área del arte de las ligas mayores, donde los manejos también son bastante turbios, dudosos y cínicos.
La pieza se llama “Yo soy” y no se ve, no se toca, no se puede sentir, ni percibir, u oler, nada. No existe. ¿Cómo la ven? El artista de tan buena broma es Salvatore Garau, cuya pieza de aire puro, se vendió por la nada despreciable cantidad de $15,000 euros.
Nadie sabe si el comprador es un ingenuo de dimensiones espectaculares, un orate quizá, o un tipo muy vivo que piensa demandar a la aseguradora para que le paguen el doble bajo el argumento de que se la han robado, o no la encuentra en su mansión.
Si ya en 2019, Maurizio Cattelan nos sorprendió a todos con una banana adherida con cinta de aislar a una pared titulada “Comediant”, vendida por nada menos que $ 120,000 dólares en el Art Basel Miami Beach -multiplicado por tres, dado que hubo tres ediciones-, el autor de la obra “Yo soy”, otro italiano, lo ha superado en audacia con esta pieza invisible.
En la lógica del dueño: si lo pago en dólares por supuesto tiene representación, materializo la nada al convertirla en inversión y ponerle un precio a lo que no se ve, grandioso. ¿No es acaso esto lo que hace Wall Street todos los días?
Entre otros y sólo por mencionar: el ahorro del traslado de la pieza del estudio del artista al almacén; los pagos mensuales de los sistemas de vigilancia, las cámaras, los sensores y los guardias, además de los certificados de auteticidad. Y desde los servicios de un restaurador, a los de una aseguradora. Ahorro también no sólo en espacio -en casa- dedicado a la pieza, sino de su mantenimiento, su curaduría y el costo para que escriban buenas reseñas en las revistas de arte, regularmente utilizadas por coleccionistas, galeristas, banqueros y gente que quiere mover dinero de un paraíso fiscal a otro.
Y en cuanto al Salvatore Garau, dicen que piensa realizar toda una serie de piezas inexistentes, de buen precio, claro, y por extraño que parezca, los compradores esperan su momento de coleccionar las obras de este hombre que afirma sus obras son fundamentales y multidimensionales. Por lo pronto, Garau a quien muchos consideran un farsante, ya pasó a la historia del arte.
No era de sorprenderse, en un mundo donde el oropel, el espectáculo y la simulación abundan; y la mentira y las teorías de conspiración se toman en serio, ¿qué más podría esperarse? Dicen que el arte es la mejor representación de su tiempo, y comparto este juicio.
¿Y en cuanto a qué significa? …Pues lo que les venga en gana, que caray.
– Alberto Roblest