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Entrevista con Lucrecia Basualdo, directora de la obra: Lisistrata. Una comedia de la Antigua Grecia.
¿Porque estás montando Lisistrata en Washington?
Lisistra me eligió a mí y no yo a la obra. Es una pieza que he querido dirigir por más de veinte años. No la monté en Alemania porque en Alemania se hizo muchísimas veces, en alemán. Hay dos obras de Aristófanes en las cuales estoy muy interesada: Lisistrata y Un dios llamado dinero. La segunda la voy a poner después, cuando termine con todo esto. La idea de poner Lisistrata nace en la OEA, después de hacer una lectura dramática de una mujer italiana llamada Serena Dandini, la cual dio vida a una veintena de mujeres que fueron abusadas sexualmente y asesinadas.
Cuando bajo del escenario y veo estas columnas jónicas espectaculares, digo este lugar es para Lisistrata. -La propuse también para los festejos del décimo aniversario de la Convención de Belém do Pará, Comisión Interamericana de Mujeres-. Fundé un grupo de teatro en la OEA, hice audiciones y llegaron unas 18 personas, algunas se fueron a otros les pareció la obra un poco obscena, por la trama que tiene. Hice un trabajo de mesa con el profesor Francisco Barrenechea de la Universidad de Maryland, quien nos ayudó también a trabajar la época del Peloponeso, en general no conoce poco esa parte de la historia. Hay poca gente que conoce Aristófanes, esa es la realidad. Revivir Aristófanes para mí es un privilegio, tanto como hacerla en español aquí en Washington DC. Tengo un elenco muy dedicado al teatro, muy vocacional; siempre entran y se van, algunos vuelven. Esta vez la vamos a pasar en Gala una vez más, sería la tercera vez. Esperamos que en el mes de septiembre, la podamos llevar a la Universidad de Maryland y a George Washington University.
¿Cuál es tu interés en el teatro clásico griego?
La idea es hacer que Lisistrata despierte de nuevo una conciencia social. Dado que las cosas no han cambiado muchos desde hace dos mil quinientos años atrás. Estamos todavía en la misma perorata, sobre todo el dialogo que Lisistrata sostiene con el comisario, cuando ella le dice prácticamente que nosotros sufrimos la guerra el doble que ustedes, porque mandamos a nuestros hijos al frente, y encima los perdemos, nos quedamos sin maridos, y sin hijos. Los países bélicos, prácticamente educan al pueblo y a los hombres para funcionar en un estado de guerra. Un joven de hoy, con poco futuro, lo primero que hacen en convertirse en militar, en carne de cañón. Es una cosa espantosa. Eso no ha cambiado, y cada vez las guerras son más brutales, y cada vez mueren más jóvenes. Lisistrata es actual también, en cuanto a que todavía existe la violencia doméstica, existe el maltrato y todo tipo de violencia en contra de las mujeres. Entonces no hemos progresado en absoluto. Me urge a mí despertar conciencia en las mujeres, sobre todo en las mujeres jóvenes. El poder que nosotros tendríamos, si podemos controlar la educación de nuestros hijos, cuando los vamos a tener y cuantos. Pienso que sería muy importante que globalmente la mujer dijera bueno no voy a parir más. Me gustaría comenzar una revolución pero no sé cómo hacerla. Me encantaría ser líder de una revolución, pero es un poco difícil porque las mujeres estamos sometidas muchísimo. Aunque por supuesto, siempre habrá algunas mujeres muy valientes, como por ejemplo esta chiquita, Malala.
Lisistrata es un obra maestra y lamentablemente no se puede hacer completa, hemos sacado casi todos los coros. Porque son muy de la época hay que tener muchas referencias históricas para poder comprenderlos. Le sacamos todas las palabrotas. Por lo tanto es una obra que no ofende. En la OEA me la habían casi cancelado porque decía que era obscena… Se necesita todo tipo de público, no vamos a pretender que a todo el mundo le encante lo que se hace.
¿Cuáles son los retos?
Dirigir Lisistrata es un logro bastante grande, no sólo como directora, sino como artista, porque se me ha realizado un deseo que tenía muy grande de alimentar mi ego, digamos. Soy una artista muy perseverante, no he dado el brazo a torcer, hace veinte años que quería poner Lisistrata, y ahora es una realidad. Lamentablemente lo que no tengo es un teatro para pasarla todos los días, para está en cartelera y para un público, eso es un logro. El problema en realidad, es que no educamos a los niños a ir al teatro desde chiquitos. Por ejemplo cuando yo era chiquita, nosotros hacíamos teatro en la escuela, íbamos al teatro, había teatro por todas partes. Uno respiraba el teatro. Aquí eso prácticamente no existe. Porque el teatro hispano, en general se queda en una minoría, aparte de que es muy caro ir al teatro. Es más barato ponerlos enfrente de la televisión. Cuando no hay un infante que vaya al teatro, entonces faltan los adultos que vayan al teatro, falta la conciencia. Los que hacemos teatro nos sacrificamos toda la vida por hacerlo, a pesar de que las salas son muy caras. Hay que sacrificarse mucho para poder poner una obra en la sala. Por ejemplo ahora estoy alquilando Gala, pero bueno la puedo alquilar una vez, dos veces… por ya después no. Aquí nadie gana un centavo. Por lo tanto se dice que no es teatro profesional, yo tengo unos actorazos bárbaros en esa obra, un par ellos son buenísimos. Todo es tan difícil de realizar y hay muy poca resonancia; entonces a uno como que se le van las ganas. Estamos como Don Quijote luchando contra un molino de viento.
Teatro Gala. “Lisistrata y la huega de sexo para conseguir la paz”. En Español con Subtítulos en Inglés. Por Aristophanes. Dirigida por Lucrecia Basualdo. Martes 5 de Mayo, 8:00 PM.