By hola | Published | No Comments
Acostumbrados a la muchedumbre, al ruido, al guateque y al estar cerca uno de otro –pues los humanos somos seres sociales-, el distanciamiento fue algo que nos afectó de muy variadas formas y en diferentes medidas, no sólo a nivel productivo, sino a nivel personal, social y psicológico.
Afectó a todos: chicos, grandes y mayores. Los niños que no pudieron ir a la escuela sufrieron demasiado; chillaron hasta quedar roncos e hicieron rabietas nunca vistas. Los adultos de la tercera edad, que de pronto se vieron como grupo de riesgo, se hallaron encerrados y aislados, viviendo a puerta cerrada.
Sin duda todo el mundo nos vimos en otra realidad, no sólo parapetados en nuestros hogares, sino preocupados, y de remate… las 24 horas del día con nosotros mismos.
En esta pandemia resultó que el vecino representa un latente peligro, el amigo el potencial culpable de una desgracia y los compañeros de trabajo una amenaza más allá del simple chismorreo propio de todas las oficinas. Y ni hablar del frienemy del que por fin descansamos sin tener que estar con la guardia preparada para el ataque.
Lejos de todos, por más de un año aprendimos que era mejor estar solos que mal acompañados, después vino el lejos pero cerca, manténgase dentro del círculo rojo, a 6 pies de distancia, pinte su raya por favor, atrás y si no habla mejor. Nos hicimos huraños. Sin duda esta pandemia alteró la forma en como acostumbrábamos a relacionarnos, congregarnos y divertirnos. La máscara borró la sonrisa del rostro y los besos llegaron a ser mortales. Hubo muchas pérdidas humanas, muchos culpables, mucha ineptitud, pero también mucha tristeza.
La vacuna es un alivio y una suerte. De acuerdo con los científicos, de que nos vacunemos todos depende todo. Espero esta desgracia nos enseñe muchas cosas. Es momento de un cambio. Un paso atrás para retomar el camino.
A mí en lo particular me gustaría ver a mis amigos fiesteros, departir con ellos y abrazarlos. A mi tribu le gusta ir a las recepciones de arte y juntarse para decir cualquier cosa.
Alberto Roblest