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Hablar Solos: reseña

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De nuestra gustada sección: LEER DC, desde la cual promovemos la lectura entre la comunidad latina de Washington a través de reseñas de libros que se pueden encontrar en las Bibliotecas Públicas del área metropolitana.

“Mis padres dicen que ellos están bien. Mis padres siempre han creído que las cosas dan menos miedo cuando están bien. A mí no. A mí, cuando las cosas van bien, me parece que están a punto de empeorar y me asusto más todavía”. 

“Hablar Solos” es una novela en torno a la familia, en torno a las relaciones entre dos padres y un niño que crece sin saber algunos secretos, mismos que poco a poco se nos van develando en el proceso del texto. “Hablar Solos”, como su nombre lo indica, es un texto que en realidad son tres soliloquios, donde los personajes se expresan uno de otro y de sí mismos con toda la franqueza que permite el hablar con nosotros mismos, o frente al espejo y decir las verdades sin pelos en la lengua sin nadie más de testigo que nuestra conciencia. Ya saben, cosas que duelen, cosas escondidas en lo más profundo del yo, verdades que podrían a ofender a otra persona, a nuestros hijos, a nuestros padres, a nuestra pareja. Verdades que nos callamos porque son dolorosas, tristes, patéticas, crudas, sucias, lo que se quiera, pero a final de cuentas muy nuestras.

“La enfermedad cómo la escritura llega impuesta. Los escritores no pueden evitar hablar de algo que los salva, mientras que los enfermos no pueden evitar hablar de aquello que más odian”.

Estos tres personajes se abren ante nosotros y nos dicen el problema existente en la familia. El padre se muere de una enfermedad incurable, la madre duerme con el doctor del esposo moribundo, el niño sospecha de ambos y sabe que algo esconden, sabe que algo le pasa al padre, pero no sospecha que está muriendo, descubre la fachada de su progenitor pero no se atreve a cuestionar. La madre mantiene la fachada de la esposa, pero tiene sexo duro con el médico del esposo, el mismo que lo ha diagnosticado. Como todas las fachadas están empiezan a develarse. El niño crece pronto y como va creciendo, va descubriendo cosas. No es necesario que pasen muchos años para crecer, uno puede crecer en unas semanas. Sabe una cosa dolorosa y brutal que es tener un padre por unos días, en este mundo a veces absurdo, a veces fantástico, cómo puede ser en la cabeza de un niño.

A Mario le quedan semanas, quizá días, de vida. La enfermedad terminal ha triunfado sobre la decisión de las cosas, entonces decidí llevarse a su hijo Lito a un último paseo, un viaje que se convierte en un road movie; aprovecha que el hermano tiene un camión que hace entregas de mercancías en poblaciones lejanas. Van a hacer una entrega, padre e hijo, por ultima vez, manejando una camioneta de carga hacia un lugar indeterminado. Lito está feliz con el paseo, entre ellos se conocen y se expresan ternura uno a otro; en cierta forma se despiden.

Elena en tanto y sin proponérselo, tiene un affaire con el doctor de su marido. Comienza a dormir con él doctor Ezequiel a quien le gustan las fantasías y pronto la introduce a un nuevo mundo, donde lo erótico y a veces lo violento se combinan. Este mundo desconocido para ella hasta el momento, le encanta, no sin tener cierta crisis de moral y de ética.

Los personajes hablan consigo, por supuesto nadie sabe lo que el uno opina del otro, lo que hacen o imaginan, el único que se entera es el lector, que lee la historia de una familia. La novela tiene pasajes muy tiernos y otros muy crudos, va de la infancia a la muerte, y del amor fraternal, al amor carnal y duro que lleva al orgasmo.

Andrés Neuman, Hablar solos, Editorial Alfaguara, 2012.

Alberto Roblest