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El Greco: precursor del siglo XX

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Sagrada Familia con Santa Ana y San Juanito

 

Hay artistas que adoptan países, y países que adoptan artistas, tal es el caso del Greco. Doménikos Theotokópoulos nació en la isla griega de Creta, aunque hoy en día se le asocia al arte español, y su estilo marcó a uno de los más importantes artistas españoles de todos los tiempos, Pablo Picasso. Además claro, a Paul Cézanne, Amedeo Modigliani, Paul Klee, Edvar Munch, Oskar Kokoschka, Max Beckman, Alberto Giacometti, Thomas Hart Benton, Jackson Pollock y Francis Bacon, sólo por mencionar.

Hablar de un artista como El Greco no es fácil, y no porque su arte no sea tan fascinante hoy en día, como lo ha sido por los últimos cuatrocientos y pico de años, sino porque se ha escrito muchísimo en torno a su obra, su estilo y su vida misma. Ensayos, reseñas, tesis, estudios y libros enteros. Y es que sin lugar a dudas, El Greco, es uno de los más importantes e influyentes artistas de la historia del arte, y quizá, uno de los más estudiados tanto por expertos, psicólogos, académicos y artistas mismos, a los que ha influenciado y continúa influenciando. Pintor iluminado, visionario, fuera de su época, genio simbólico, tránsfuga, mercantil, acomodado y hasta astuto hombre de negocios, son algunos de los apelativos que ha recibido este personaje que fue por la vida usando los pinceles como su forma de expresarse y sobrevivir en una tierra que no era la suya, en un idioma que no conoció al principio, y una sociedad poco secular y poco flexible como lo era la española en ese tiempo, imperial y dogmática.

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San Ildefonso

Su primer salto como inmigrante, fue Venecia, en aquel momento la cuna de la cultura, el arte y la ideología Occidental. Ahí absorbe el conocimiento de los grandes maestros del Renacimiento, Titian y Tintoretto. En 1570 parte para Roma, donde estudia el trabajo de Michelangelo y se encuentra con el estilo conocido como el Manierismo -que rechaza la lógica y el naturalismo del Renacimiento-, y ahí permanece cuatro años. En 1576 parte para España, que será su casa por el resto de sus días, hasta su deceso en 1610. Especulaciones hay muchas; ¿se quedó sin plata?, ¿le cayó mal la comida italiana?, ¿se enamoró de una linda castellana de buenas caderas y frondosos pechos?, ¿le fascinó el sonido del español, o sólo es que el destino le apuntó en la dirección indicada?, a saber. La vida es sin lugar a dudas un enigma a final de cuentas. Es en España donde realiza su mejor obra y adquiere un estilo propio que es una combinación de diversas influencias; bizantinas, renacentistas y manieristas.

En su nueva patria adoptada, comienza a recibir grandes comisiones. Primero en Madrid y finalmente en Toledo, su casa para el resto de su vida; donde no sólo decora la Catedral de Toledo, la Iglesia de Santo Domingo y la Capilla de San José, sino hace familia con doña Jerónima de las Cuevas, su compañera. Además de aprender español como el mejor claro. Toledo le parece no sólo vibrante y hermosa, sino una ciudad fuente de inspiración. Ahí pintó frescos, retratos y altares. En esa misma ciudad, sueña, enseña y dirige un taller de creación, y lo más importante, se hace conocido como pintor castellano, a pesar de su apodo.

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El Laocoonte

Sus temas, como el de todos los pintores de su época, fueron ángeles, cristos, vírgenes, santos y temas religiosos, pues aún se tenía la creencia de que el arte, principalmente la pintura, era un acto que rendía homenaje a la divinidad, a la moral y a los temas extra-terrenales. Para cuando inicia su obra más controversial, personal y fuera de época, El Laocoonte (1610-1613), ya ha pasado mucha agua bajo el puente de Toledo, historia y sucesos mundiales. Esta pieza es la  única pintura mitológica del maestro que ha llegado hasta nuestros días. A pesar de estar basada en la historia del caballo de Troya que Virgilio narra en su Eneida, el Laocoonte de El Greco retoma un buen número de temas de la Contrarreforma: desde el martirio cristiano, hasta aquellos más críticos con el clero.  El Greco sustituyó Troya con la vista de Toledo en el fondo, y colocó un caballo que se dirige hacia una de las puertas principales de la ciudad huyendo despavorido pero con intenciones de entrar con un mensaje.

“Después de la muerte de El Greco en 1614, su obra cayó en una cierta oscuridad hasta que, a principios del siglo XIX, artistas franceses y apasionados del arte empezaron a interesarse por ella, tras la ocupación de España por parte de Napoleón. En 1838 varias de sus pinturas se exhibían en la Galería Española del Louvre. En 1902 el Museo del Prado de Madrid inauguró la primera exposición monográfica dedicada al pintor, y ya en los diez años siguientes se le dedicaron exposiciones en París, Múnich, Düsseldorf y muchas otras ciudades”.GrecoShowSM

“A finales del siglo XIX, aquellos artistas interesados en la búsqueda de efectos expresivos o emocionales encontraron en El Greco un espíritu afín, y desde entonces su influencia ha sido inmensa”. Muchos lo han visto como un precursor de los ismos pictóricos del siglo XX.

Con el apoyo de la Embajada de España, The National Gallery of Art conmemorara el cuarto centenario de la muerte de El Greco con una exposición compuesta de once pinturas provenientes de la Galería Nacional, Dumbarton Oaks, y la Phillips Collection de Washington DC, y del Walters Art Museum de Baltimore. (Acotaciones tomadas del catálogo del museo).

La exposición El Greco in the National Gallery of Art and Washington-Area Collections: A 400th Anniversary Celebration podrá ser visitada en la galería M-28 del West Building, del 2 de noviembre de 2014 hasta el 16 de febrero de 2015.

Alberto Roblest