By hola | Published | No Comments
Celebrando nuestro quinto año con muchas ganas, aquí un texto para recordarnos la “función” de la cultura y el porqué de su importancia.
Cuando hablamos de cultura nos referimos por supuesto a la poesía, las obras de teatro, la música, los murales, la danza, las películas y la fotografía, entre otras artes, pero también a la comida, las formas de vestirnos, el baile popular, las tradiciones orales, los juegos y el habla, entre otras expresiones, como el enamoramiento.
La cultura representa la nobleza, la bondad en nosotros, los sueños colectivos y en general todo lo positivo de la existencia; aunque a veces expresa indignación, dolor y tristeza, por supuesto también puede ser en ocasiones visceral y oscura.
El propósito del arte perse, no es sólo para divertir, entretener a las masa y menos aún para enajenarlas. Puede ser decorativo por supuesto, dado que es una expresión de la belleza, pero no es su fin último, sino quizá todo lo contrario, pues libera la psique del hombre y produce deleite.
En las obras de arte nos proyectamos, nos vemos reflejados y también nos reproducimos. Podemos mirar sin tener que leer, podemos sentir sin necesidad de tener conocimiento, podemos imaginar sin tener que equivocarnos.
La cultura nos identifica, nos permite observar el tiempo para atrás y para adelante, dado que parte de la función de las obras de arte, es capturar el devenir. Como seres pensantes, nos permite continuar con las tradiciones y sobre todo, nos humaniza al sensibilizarnos; con una obra de arte podemos llorar, ponernos tristes o alegres según sea el caso; podemos incluso ofendernos, sentir el oprobio de otros pueblos, pero también el canto a la vida, dado que la cultura es la expresión del ser y la esencia de la especie en este planeta.
En pocas palabras, la cultura es fundamental para la sobrevivencia espiritual del ser humano, dado que sin ella no seríamos nada más que montones de hombres sedentarios persiguiendo animales para comérnoslos, además de que no tendríamos memoria, ni sentido. ¿Cómo sería un mundo inculto? ¿Se imaginan un mundo sin guitarras, sin trompetas, tambores o sin violines? ¿Sin pinceles, o arte público? ¿Qué tal un mundo sin poesía, sin bailarines, sin actores? ¿Se imaginan a Tolstoi desaparecido, a Kafka viviendo en la clandestinidad, a Borges y a Paz purgando largas condenas con las manos cortadas? Es más, ¿cómo cocinaríamos mole, pesto, chimichurri? ¿Qué me dicen de los refranes de las abuelas? En un punto de la historia, a veces absurda del ser humano, estuvimos cerca de censurar al espíritu… afortunadamente eso no pasó y por consenso triunfó la cordura. ¿Se imaginan…? Tan simple como que no existirían los museos, los teatros, las galerías, las bibliotecas, los lugares para escuchar música, los cines, los centros culturales y las organizaciones independientes dedicadas a promover esta importante parte de lo que somos, como especie. Quizá no existirían no sólo las escuelas de arte, sino las humanidades en el currículo de las escuelas y las universidades.
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La cultura nos permite liberarnos de la carga del trabajo y la monotonía, del tedio de la vida diaria y la carga de los días. Nos hace reír, disfrutar, soñar sin tener que dormir, nos explica, nos forma.
Al ser espiritual, es difícil medirla en los parámetros del materialismo, pues efectivamente una pintura no sirve para nada en la práctica, una escultura solamente estorba y la música no es más que ruido conjugado en un pentagrama para distraernos de nuestras obligaciones. Intentar medir el valor de la cultura con elementos prácticos y funcionales, es una equivocación, dado que la cultura no sirve para nada… pero sirve para todo y para todos.
La cultura es una inversión, no en el sentido monetarista, donde si invierto ahora, mañana voy a ganar un montón de plata al estilo Wall Street. Es una búsqueda al futuro, es una inversión que no se devalúa, ni se mide por la inflación u otras trampas “económicas” que han llevado al mundo a estar como está.
La cultura es la esencia del humanismo y nada tiene que ver con la política, con la especulación y mucho menos aún, con la acumulación, pero sí con la herencia; de ahí lo importante que resulta preservarla, a sabiendas de que en caso contrario tendremos un mundo gris, banal, triste y estúpido.
La cultura nos hace ser diferentes, dado que la cultura es la cosa más valiosa qué podemos dar a nuestros hijos, más que un carro, una gran casa o varios millones en el banco. -Vean a Trump-. Si no educamos cultura, si no tenemos cultura, no somos más que animales con zapatos caros y grandes chaquetas de piel. -Vean a Trump-.
Como dije, su valor radica justamente en que no tiene un valor monetario perse, aunque por supuesto, uno tiene que pagar por algunos eventos, espectáculos, festivales y exposiciones, dado que los artistas también son seres humanos y comen; tienen que vestirse, pagar renta… De otra forma serían seres superiores, intangibles quizá, habitantes de un más allá… pero un artista puede ser nuestro vecino, la chica que se sienta a un lado en el metro, el joven obstinado en encontrarle forma a las nubes. -La de artista, es quizá una de las profesiones más difíciles y menos valoradas hoy por hoy-.
Por supuesto, siempre habrá bárbaros qué piensen que la cultura es un lujo, un algo que no tiene uso, un aditamento, un adorno en el cual no vale la pena invertir, pues no ofrece ganancia o produce poder. -Dos de nuestras obsesiones contemporáneas-.
Sin embargo los que sabemos del valor de la cultura, conocemos el acto sublime de tener un libro entre las manos, escuchar música en vivo en un auditorio acompañado de un montón de gente, o el de mirar un mural por unos minutos antes de cruzar la avenida… La cultura está ahí, inclusive sin que nosotros la notemos, a veces en cada uno de los ingredientes que usamos para preparar nuestros alimentos.
En resuman, la cultura es la herencia de los pueblos, la inteligencia vuelta sensibilidad, la inspiración vuelta conciencia, un bien común que debe protegerse y preservarse. Apoyar a la cultura, es apoyarnos a nosotros mismos y a nuestros ancestros, es brindarle una oportunidad no sólo a la creatividad, a la imaginación y al espíritu, sino a las generaciones venideras. Es apostar a la parte más sensible del hombre, pero también, es darle a nuestros hijos una razón de vivir en medio de la guerra, la desazón, el fanatismo, la estupidez, la demagogia y la ignorancia.
Apoyemos a la cultura, sólo así seremos mejores personas; padres, hijos, abuelos.
“Tintero” es un homenaje a esos dispositivos propios para el líquido negro que permitió engarzar palabras directamente de la mano de un hombre para la vista de otro hombre sin intermediarios por muchos siglos.