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*De nuestra gustada sección: LEER DC. Los libros de la Biblioteca Pública*
De nuestra gustada sección: LEER DC, desde la cual promovemos la lectura entre la comunidad latina de Washington a través de reseñas de libros que se pueden encontrar en las Bibliotecas Públicas del área metropolitana.
Esta reseña bien podría llamarse la academia del crimen, o como hay criminales que pasan por la vida sin ser notados. Narrado en el más puro estilo de la novela de misterio y en homenaje a Conan Doyle, este texto se lleva a cabo en los círculos académicos y las universidades, para ser más específico, en Oxford. Plagada de suspenso y muy buenas pistas falsas, este libro nos seduce desde el primer escenario; una mujer es asesinada y no hay rastros de ninguna índole, al grado que la policía parece incompetente para aclarar el suceso.
La escena del delito es la universidad de Oxford, donde una serie de crímenes han venido ocurriendo sin que nadie tenga pistas de ninguna índole. Quién mejor para resolver tal enigma que un profesor del mismo recinto… ¿O será acaso el asesino? De acuerdo a la policía, resolver el crimen resultará todo un desafío intelectual, así que dos investigaciones corren paralelamente. La primera llevada por los oficiales y sus especialistas, y la otra, llevada a cabo por un profesor universitario y su alumno que se adentran en la mente criminal desmenuzando paso a paso los detalles y pormenores del caso. ¿Por qué el asesino ha escogido a esas particulares víctimas? ¿Por qué en Oxford? ¿Acaso es un estudiante rechazado por la institución que está vengándose? ¿Acaso un egresado que ha vuelto a cobrarse viejas rencillas? Usando teoremas, derivaciones matemáticas y aplicando el método científico, vemos cómo los personajes deambulan no sólo en los hospitales de la ciudad, sino por los viejos y tenebrosos edificios universitarios de un lugar pequeño, pero lleno de intrigas y habladurías generadas por el mundillo académico. En este mundo de matemáticos y números, también vemos a las personas típicas de una Britania antigua. ¿Acaso el asesino es otro PhD que ha perdido la razón? Para una mente criminal compleja, qué mejor que la de un profesor de matemáticas qué no sale de su cubículo; y pretende con números resolver un caso que tiene muchas aristas y muchos posibles involucrados.
Crímenes imperceptibles, además de mantenernos en el filo del suspenso, también nos deja ver las intrigas propias del mundillo académicos donde los chismes circulan, las patadas bajo la mesa también y la política sobra, sin mencionar al desprestigio que es el fin de un tenure-track. Un detalle que resulta interesante, es que Crímenes Imperceptibles es una novela escrita por un latinoamericano en un ambiente británico y todo lo que eso implica.
En esta novela no sólo nos damos un paseo por un Oxford gris, frio, melancólico, rígido, aunque orgulloso, sino por los círculos secretos de la academia, las logias, las hermandades y los grupos de estudio elitista. ¿Cómo es posible en un lugar tan exclusivo como este, sucedan crímenes que tienen cierto tinte pasional y están planeados tan detalladamente? ¿Quién realiza estos crímenes? Definitivamente no es una mente común, sino más que sofisticada; una mente capaz de fabricar incógnitas, teoremas y complicadas pistas falsas. Crímenes imperceptibles es un texto impecable que a través de pistas creadas no lleva aún desenlace por demás inesperado. Ganador del premio Planeta Argentina en 2003 este libro es un clásico latinoamericano de las novelas detectives.
Guillermo Martínez, “Crímenes imperceptibles”, Editorial Planeta 2003
Alberto Roblest