El Teatro Gala ha traído por primera vez al público de Washington DC una obra del dramaturgo más exitoso de España, Jordi Galcerán. Este autor no ha dejado de hipnotizar al gran público con su obra, capaz de suscitar la carcajada incluso en tramas que abordan graves conflictos sociales. Cancún comienza como una farsa, se desvía a una realidad alterna, y concluye con una disquisición sobre la física cuántica, aunque sin alejarse nunca de los parámetros de la comedia.
La trama plantea como el azar y las decisiones que se toman afectan a las dos parejas a largo de la vida. Los protagonistas son dos parejas cincuentonas que llevan veinte años viajando juntos. En este último viaje el destino elegido es Cancún. Las parejas están celebrando un brindis con champán. Pablo (Chani Martín) borracho confiesa de manera chusca que tanto él como su esposa Laura (Maggie Bofill) participaron y fracasaron en un intercambio de parejas. Su intervención termina proponiendo un intercambio con sus amigos, causando el principio de la trifulca. Reme (Luz Nicolás) también borracha deja escapar otra confesión. Hace 25 años, cuando todos eran solteros en la noche de San Juan, ella escondió las llaves del coche de Vicente (Carlos Castillo) para que no pudiera Laura conducir a casa. En su lugar, se quedó con Reme. Esto permite que Pablo pueda llevar a su casa a Laura. Ambas parejas iniciaron su romance con su primer beso, y finalmente se casaron. Esta confesión desencadena una gran pelea entre Reme y Vicente. Vicente decide romper su matrimonio con Reme, y la abandona. Reme cae en un profundo sueño en la terraza de la cabaña en la playa.
Galcerán está jugando simbólicamente con la metáfora de medio ciclo de vida o medio año al marcar el inicio de la trama de la vida romántica de los protagonistas con la festividad cristiana de la noche de San Juan, de origen pagano. La fiesta marca el solsticio de verano, el 21 de junio, cuya ceremonia principal consiste en encender una hoguera. La finalidad ritual de la hoguera era “darle más fuerza al sol”, que a partir de esos días iba haciéndose más “débil”. Este simbolismo también se aplica al momento histórico cuando la comedia fue escrita, en el cenit del de la burbuja económica inmobiliaria que afecto la economía Ibérica, estrenada en el año del 2008 (simultáneamente Madrid y Barcelona), cuando se inicia en España y el resto del mundo la crisis económica.
En la segunda parte de la comedia se presenta una realidad alterna. Reme se levanta al día siguiente después de la pelea y llama a Vicente. Pero Pablo aparece en lugar de Vicente totalmente desnudo. Reme queda sorprendida y este nuevo Vicente le dice que no es Pablo. Reme cree le están jugando una broma y obliga a este nuevo Vicente a darle el número teléfono de sus hijos. Reme habla con ellos pero la desconocen ya que en esta realidad alterna esta pareja no tiene hijos. El nuevo Pablo llega con Laura. Reme cree que no es Pablo, es Vicente. Reme saca a Vicente de su cabaña. Van a desayunar y a la playa, pero al regresar a la cabaña, Reme toma un cuchillo y rehúsa la salida Pablo salga. Vicente y Laura buscan ayuda psiquiátrica. Al regresar traen una botella de champán y se vuelven a emborrachar otra vez. Reme replantea lo que pudiera haber ocurrido esa noche de San Juan al devolverle las llaves del coche a Vicente. Vicente concluye la escena con un soliloquio amoroso sobre la física cuántica protagonizada por Vicente un frustrado maestro de escuela. Al final se presenta una nueva sorpresiva realidad alterna entre los protagonistas. ¿Cuál será?
La crítica social es el otro tema latente en la obra. Reme representa a la pequeña burguesía, su esposo Vicente trabaja para la imprenta de su suegro. Esto les permite sufragar los gastos del viaje de Laura y Pablo. Laura es una maestra de piano, aunque lo que más le gusta es tocar la tuba, y Pablo es un policía.
La dirección de escena de José Zayas logra mantener la fluidez a pesar de las demandas radicales del libreto que va casi instantáneamente de un enojo a una pirueta en el escenario por parte de los actores. La diseñadora Mariana Fernández logra crear un bungalow playero de madera de ensueño con una terraza mirando al mar en donde se desarrolla la acción de la obra. El vestuario diseñado por Robert Croghan es muy apropiado pero muy americanizado. Los efectos de iluminación de Joseph R. Paredes hacen que las transiciones sean naturales entre actos como en el caso de los amaneceres y anocheceres. El sonido de Kenny Neal y la utilería de Alicia Tessari ayudan a crear una atmosfera integral en la presentación. No deje de asistir a esta obra donde las palmeras tampoco son lo que parecen.
Cancún, De Jordi Galcerán. Dirección de José Zayas. Del 11 de septiembre – al 5 de octubre, 2014.
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