By hola | Published | No Comments
Durante un viaje reciente a México, me encontré interesada en el barro negro. Restos de este barro se han encontrado en las ruinas de Monte Albán, una ciudad del imperio zapoteco cuyos templos impresionantes velan por el valle de Oaxaca hoy en día. El barro negro no ha dejado de usarse desde entonces. El barro encantador sigue siendo relevante como parte de la vida cotidiana y atracción para para los turistas que gustan de las artesanías.
Gracias a Tabatha, nuestra guía, visitamos el hogar y taller de Doña Rosa, una figura casi mítica que rejuveneció la industria del barro negro gracias a su innovadora forma de trabajarlo. Antes de ella, el barro negro era solamente para el uso diario y como tal tenía un valor cotidiano, pues podía usarse en las cocinas y el establo, y no solo como objeto decorativo.
Doña Rosa descubrió que pulir el barro con cuarzo le daba a este un brillo impresionante, aunque no quedaba impermeable, para usarse digamos como la olla de los frijoles. En el taller familiar, nos encontramos a la jefa actual, la nieta de Doña Rosa, y ella no demostró cómo se trabaja el barro negro y las múltiples y bellas formas que puede adquirir.
Con su historia indígena, su énfasis en lo familiar, y su síntesis de lo útil y lo bello, el barro negro es parte de la cultura mexicana y un excelente recuerdo de viaje para los que visiten el suroeste mexicano.