By hola | Published | No Comments
Dicen los expertos que el virus vino a cobrarle al capitalismo la cuenta que no había pagado una vez colmado su insaciable apetito. Este obeso de cartera gorda, se había salido del café con la panza llena pensando que se iba a ir sonriendo sin que pasara nada, pero aquí está el cobrador, es una cosa infinitesimal que se mueve en grupos de miles, muchísimos y son un ejército invisible de color rojo que entra por la nariz, por la boca, por los ojos, por el tacto y mina la salud en menos de lo que la persona se imagina. El virus, la pandemia, el aislamiento social, la distancia, el recelo y sobre todo, el miedo a la muerte. La huesuda que está presente más que nunca en nuestras mentes, en nuestras conciencias, en la televisión, el social media y nuestro entorno físico cuando pasan las ambulancias de un lado a otro aullando despavoridas. La muerte tan lejana que nos parecía en este nuestro Siglo XXI, donde todo lo sabíamos, todo lo conocíamos, toda nuestra tecnología era grandiosa y nuestros alcances en la medicina, la genética y otras ciencias relacionadas con la salud y el hombre, eran lo máximo. Fuimos pomposos y arrogantes. Y creíamos que pronto íbamos a decodificar el código genético, irnos a Marte, conquistar la galaxia y ser felices por al menos otros 100 años especulando en Wall Street y abusando del medio ambiente. El atropello que hemos hecho de la flora y la fauna se nos revirtió… y la nueva realidad lleva máscaras de por medio, distancia, guantes y gel desinfectante.
Las secuelas y los efectos por la aparición de este invisible ente, aún no se evalúan por completo, ni se conocen. Y como tampoco hay un futurólogo en el mundo confiable, pues tampoco sabemos a dónde nos va a llevar. ¿Será en verdad que esto significa el colapso del dinero, la acumulación, pero también los gobiernos, las corporaciones y las sociedades como las conocemos? ¿Será verdad que este pequeño bicho nos obligue a cambiar la forma de producir energía y nos abra los ojos hacia la posibilidad de energía solar y eólica en lugar del uso de las energías fósiles que son altamente contaminantes? ¿Nos transformaremos completamente en seres digitales? Esto es: adiós a las iglesias, adiós a las escuelas, las universidades, los estadios, canchas deportivas y los gimnasios. Acaso vamos a convertirnos en sociedades timoratas y extra-individualistas que eviten no sólo al conglomerado de la sociedad, sino a los vecinos, e incluso a los amigos y a la familia. Si antes ya sospechábamos del coterráneo, ahora nos da asco o nos da miedo, no queremos saber nada de él y nos alejamos inmediatamente, y sin verlo huimos para no contagiarnos… pues todos estamos contagiados o podemos ser el contagio mismo.
Hay quienes tienen la convicción de que el virus nos vino a alertar en torno a lo que puede pasar si seguimos en el camino de la destrucción planetaria, la desforestación barbárica y el abuso irracional de animales para la producción de comida y la experimentación en los laboratorios. Inclusive los más escépticos parecen darse cuenta de que envenenando los mares, el aire, la tierra y el agua sencillamente no hay futuro. ¿Qué importa más, varios lingotes de oro y otros tantos de plata, o un río subterráneo prístino que nace para alimentar a varias poblaciones en su camino? ¿Si existen las tecnologías para un futuro mejor más limpio y renovable, porque aferrarnos al uso indiscriminado de carbón, petróleo aceite y sus derivados? ¿Porque permitimos que las compañías decidan en torno al futuro del planeta a costa del enriquecimiento de un puñado de tipo sin alma y sin ética? ¿Porque muchos políticos se aferran a unas ideas anquilosadas y a un tiempo que no es viable y corresponde al pasado; al oprobio que debemos superar para el bien de todos? El cambio de mentalidad urge, lo mismo que el cambio en las formas de producción, distribución y consumo, sólo por mencionar.
Una de las Industrias que más vino a sufrir con este ajuste de cuentas entre la naturaleza y un sistema de sobre explotación irracional de la madre tierra, ha sido la industria de la cultura. Resulta que los conciertos de música masivos son peligrosos y están prohibidos, lo mismo la ida al cine, al teatro, a los museos, a las galerías, a los antros, incluso a las fiestas con amigos y a las inauguraciones. Además, a los cafés, a la escuela, la oficina, el banco, usar el metro y lo que falte, dado que el virus anda ahí, y con una persona que lo tenga se enferman cuatro, esos cuatro se convierten en doce, los doce en cuarenta y dos, y así aritméticamente, hasta llegar al drama en que nos encontramos.
La pos pandemia, el regreso al pasado como se conoció hasta 2019 BC (before covid), ya no existe, dado que esta pandemia será permanente, y/o se desatarán otras pandemias relacionadas con el cambio climático, la alteración de los ecosistemas, la extinción masiva de flora y fauna que se están dado ahora mismo, frente a nuestros ojos.
Alberto Roblest